Si todo es bullying, nada es bullying

Hace unos años la palabra Bullying empezó a escucharse con fuerza en Argentina, en diarios, noticieros, congresos, libros, conversaciones cotidianas.

El bullying, término con el que se denominó a una situación de acoso con características particulares (duración en el tiempo, intimidación que lleva al silencio, incapacidad de la víctima para defenderse, testigos que no hacen nada para que esto deje de suceder, desigualdad de poder entre víctima y victimario) entró a la escuela de distintas maneras, de la mano de distintos actores. Entró, depende en boca de quién, depende en qué escuela, como preocupación, como realidad, como amenaza, como sospecha, como responsabilidad, como tema de estudio, como tema de conversación.

Como todo nombre, como toda descripción, -que analiza un fenómeno y distingue sus elementos centrales para convertirse en categoría capaz de englobar fenómenos similares- hablar de bullying ilumina ciertos aspectos de los funcionamientos grupales al mismo tiempo que otros aspectos quedan a la sombra.

Molestar una vez a un compañero no es bullying, que dos nenes se “agarren a piñas” no es bullying, dejar afuera a alguien frente a alguna actividad puntual no es bullying. Si todo es bullying, nada es bullying. Y si la escuela llegara a pensar que nada es bullying, o que todo es bullying; si los padres llegaran a pensar que nada es bullying, o que todo es bullying, se pierde la posibilidad de repensarse, de mejorar, de prevenir.

Y no alcanza con saber qué es el bullying, porque lo que queda oscurecido, si el foco se pone sólo en los aspectos que entran en el espacio iluminado por el bullying, es la especificidad de cada situación y por lo tanto el terreno en el que se encuentran las puntas para la intervención: ¿Qué características toma el bullying en cada grupo o en cada escuela? ¿Qué características tienen esos chicos en particular y sus familias?¿Cómo se juega la historia institucional a la hora de intervenir? ¿Cómo juegan los rasgos comunitarios? ¿Qué características puntuales toma el bullying en esa geografía particular del país? ¿Qué aspectos de la historia y de la actualidad circulan y tiñen la trama? ¿De qué manera se juegan los aspectos de clase en las formas que toma la violencia -en algunos casos se usarán los puños y en otros casos las palabras, que pueden ser insultos o formas más sutiles de agresión-? ¿Por qué no se llegó a evitar que suceda? ¿Cómo se trabaja en cada escuela en la prevención? ¿Qué conversaciones se fueron teniendo y cuáles faltan?

Cada situación es singular y única. Cada situación es nueva. Cambian los actores, cambia el contexto y por lo tanto cambian también los dispositivos que hay que generar para su resolución.

Tendería a pensar que si aparece una situación de Bullying es porque se llegó tarde. Frente a una situación así de conflictiva, si uno hace el ejercicio de recuperar la historia grupal, va a encontrar algunos momentos en los que esa situación empezaba a gestarse. Ese era el momento de intervenir.

El bullying es un fenómeno complejo, muy difícil de resolver. Por eso es importante invertir en los esfuerzos necesarios para no llegar hasta ahí. Toda escuela y toda familia tiene la obligación y la posibilidad de mirar mejor, conversar mejor y actuar mejor para lograrlo.

Los siguientes puntos son producto de discusiones, intervenciones -más o menos- acertadas, lecturas y años de construcción colectiva entre docentes y directivos de la escuela a la luz del trabajo realizado con alumnos y padres.

Para caminar en sentido contrario al Bullying:

  • Generar espacios institucionales en los que circule la palabra y la confianza. Espacios donde esto sea posible al interior de cada grupo escolar, entre docentes y padres, entre directivos y docentes, entre docentes y alumnos, entre directivos y padres, etc.
  • Generar espacios en los que sea posible repensar lo hecho. Todo lo hecho. Lo que uno puede hacer, siempre, para modificar una situación es modificar la forma en que la enfrenta.
  • Trabajar con los docentes sobre el Bullying para que puedan actuar de manera preventiva. Producto de distintas concepciones en relación a la autoridad, la autonomía, la construcción de la moral en los chicos; producto de rasgos epocales y espaciales, muchos docentes no se autorizan a sí mismos a intervenir frente a la violencia de manera tajante. Es importante que a nivel institucional esté claro que la violencia se frena.
  • Trabajar seriamente en la convivencia. Son las microintervenciones cotidianas, acertadas y sostenidas, de docentes preparados y comprometidos con sus alumnos y con la convivencia grupal, las que funcionan de manera preventiva. En la escuela tenemos la posibilidad de ver los problemas desde el Jardin de Infantes. Es importante acompañar de cerca la forma en que se resuelven los conflictos desde las edades más tempranas y estar atentos a qué huellas sociales dejan en la escolaridad del grupo y de cada alumno.
  • Es posible que los actores que participan de una dinámica de bullying, en otros contextos, en otros grupos, ocupen un lugar distinto. Los niños crecen, cambian y muestran distintas facetas en los diferentes espacios en los que participan. Tienen herramientas para modificar sus actitudes y para ponerse en el lugar del otro. Es tarea de los adultos, padres y docentes, ayudarlos a que las desplieguen. Tener eso presente para cualquier intervención y conversación que uno tenga, tanto con los alumnos como con sus familias. Sólo a partir de esa confianza es posible generar un cambio.
  • El maestro, si bien protege al que sufre y frena la violencia, sigue siendo el docente de todo el grupo y por lo tanto tiene que encontrar la forma de generar vínculo con todos sus alumnos, lograr la confianza de todos y ayudar a cada uno en el proceso que esté atravesando. Los alumnos pueden repensar sus acciones, aceptar otras formas de estar y de hacer, si la autoridad que se lo marca es una autoridad legitimada por ellos. Lo mismo sucede con las familias. En una época en que para gran parte de la sociedad la autoridad está, a priori, sospechada de corrupción, arbitrariedad y conveniencia, posibilitar la aparición de una autoridad distinta es un trabajo cotidiano, consciente y constante.
  • El docente interviene y limita en relación a una norma de la cual es portavoz. La norma antecede al docente y existe para cuidar a todos los alumnos por igual. Tanto las normas como las consecuencias por no cumplirlas deben ser conocidas por los alumnos, sus familias y todos los miembros de la institución desde el primer día de clases.1
  • Trabajar con toda la comunidad educativa si vemos situaciones que no estamos pudiendo modificar desde la escuela para lograr consensos que permitan un accionar conjunto coherente. Ninguna situación de Bullying va a resolverse sin el compromiso de todo el personal de la escuela, los padres y los alumnos.

*Me voy a referir al Bulying -o acoso escolar.

  1. No todas las comunidades, en todos los momentos, en todos los países o ciudades, tienen la misma relación con la norma. Ese vínculo, con sus múltiples representaciones, va a estar implicado y va a ser parte invisible (o visible) de lo que en la escuela suceda. Si fuera de la escuela se vive cierta sensación de impunidad frente al cumplimiento de las normas, por ejemplo, es probable que ese mismo sentimiento ingrese a la escuela como reclamo de mayor rigidez o más disciplina.