Un analista enfrentado a la legislación sobre el aborto

Javier García

Como psicoanalista ¿cuánto puedo desembarazarme de mis ideologías y pasiones humanas? Aunque limitadamente, la zona de separación está balizada por la incrustación en mi vida de mi compromiso con el objeto analítico: mi oficio.

Es un punto ético y se trata de una ética del deseo, del inconsciente y del sujeto en esa posición. Lo que se incrusta abre un lugar a algo del deseo del Otro en el analizante. Oficio artesanal donde me presto a cierto despojamiento ideológico para que el analizante hable desde su deseo. Podría decirse que auspicio al sujeto del inconsciente. Y eso implica mi abstinencia. Esta es mi posición como analista tanto frente al deseo de hijo como frente a las contrariedades del deseo de hijo que puedan llevar a plantearse un aborto.

Sujeto

deseo

Una vez en ese lugar puedo decir que ninguna de estas circunstancias es pura. Todas recorren momentos de angustia. En este sentido tanto el dolor como los riesgos de actino out que conlleva nos requieren abrir todos los caminos posibles de relatos. Pero, cuando la interrupción de un embarazo es vista como un acto necesario, el dolor es inmenso. Tomo posición: nadie más que el sujeto en cuestión puede tomar esa decisión vinculada al deseo de hijo y sus contrariedades. Ninguna regla o ley social debería ser más poderosa que esa decisión duramente humana.