La mentira y la fractura ética de Macbeth

Dr. Darío Arce

Miembro de APA

“El filósofo se ocupa del entender y del mal-entender
pero no puede hacer lo que sí puede el psicoanalista,
esto es, observar y escuchar a una persona
mientras ésta está entendiendo y mal-entendiendo.”

W. R. Bion

Pensar desde el psicoanálisis, en este caso sobre la mentira y la ética, nos obliga a precisar la definición de los términos y revisar la nominación que resulta más adecuada para trabajar clínicamente.

La Mentira

La mentira queda referida a la acción de falsear los hechos intencionalmente para dañar o sacar ventaja. También se pueden falsear los hechos para proteger al objeto o a sí mismo.

A diferencia del falseamiento de los hechos por falta de conocimiento o de imaginación de quien llega a resultados falsos o verdaderos con premisas equivocadas, reservaría para este último hecho la palabra “equívoco”.

Como psicoanalistas se hace necesario discriminar el equívoco de la mentira. Dado que nuestro interés particular es la experiencia emocional y el significado que tienen los hechos, no es lo mismo para la economía psíquica que alguien se equivoque debido a que utiliza premisas falsas o falaces, a que mienta a sabiendas intentando proteger a otro o a sí mismo. O que intente dañar o sacar ventaja de una mentira, como muchas veces sucede en la política, cuando se miente para conservar el poder o para dividir, enfrentar grupos y erigirse en el poder. También es posible utilizar los“los equívocos del diablo, que miente con apariencias de verdad1 .

El fin benéfico o dañino a un objeto, el deseo de obtener beneficios para sí a costa de maniobras punibles por el superyo o por instancias superyoicas proyectadas en el medio, abandonando los credos infantiles acerca del bien y el mal tiene elevados costos, aunque no se observen en lo inmediato o a simple vista. Uno de los costos más relevantes es el sentimiento de culpa que se intenta esquivar a través de diferentes maniobras. El sentimiento de culpa lo podemos definir por un sentimiento de haber cometido una falta, que representa lo que a uno le falta para ser el ideal. Las acciones que nos alejen del ideal generan sentimiento de culpa. Si tenemos en cuenta que Freud señala que el sentimiento de sí o autoestima se nutre de tres fuentes y una de ellas es llevando a cabo acciones que nos acerquen al ideal (aunque por definición este sea incumplible), vemos que el sentimiento de culpa es el movimiento opuesto al que favorece la autoestima que se nutre al acercarse a el ideal.

Ética

Según Ferrater Mora, la Ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. La palabra “Ética” deriva de costumbre y por ello se definió a la ética como la doctrina de las costumbres. La división aristotélica entre las virtudes éticas, indica que el término «ético» es tomado primitivamente sólo en sentido de adjetivo, se trata de saber si una acción, una cualidad, una virtud o un modo de ser son o no éticos. Las virtudes éticas son para Aristóteles aquellas que se desenvuelven en la práctica y que van encaminadas a la consecución de un fin. Los valores que pertenecen a las virtudes que sirven para la realización de un orden de la vida del estado -como la justicia, la amistad, el valor, etc.- y tienen su origen directo en las costumbres y en el hábito, pueden llamarse virtudes de hábito o tendencia. En la evolución posterior del sentido del vocablo, lo ético se ha identificado cada vez más con lo moral y la ética pasó a significar propiamente la ciencia que se ocupa de los objetos morales en todas sus formas. Hasta aquí la filosofía.

La ética y la moral, desde el psicoanálisis, compromete a la instancia psíquica que denominamos Superyo u objetos superyoicos. A esta instancia psíquica le atribuimos el ser portadora y depositaria del acervo familiar y cultural, las costumbres, ser veedora del bien y el mal, ejercer la comparación con el ideal, etc.

Si bien “Ética” y “Moral” están comprometidas con el superyo, lo están en diferente modo, sería deseable reservar la nominación de “Moral” a la acción que involucra las consecuencias de un superyo arcaico y primitivo, sin elaboración ni desarrollo y sin posibilidad de contextuar sus creencias. Se teme por las consecuencias, que pueden tener sus actos. “Si te portas mal, si mientes, vas a ser castigado”. Sus consecuencias son el sentimiento de culpa, que busca reparación de daños a través de una expiación por medio del autorreproche y el auto castigo.

La Ética en cambio, tendría relación con las Implicancias, de un Superyo transformado con un desarrollo que permite colocar las ideas y los hechos en contexto, discriminar posibilidades y llevar adelante una reparación responsable del daño. Esto hace que el sujeto se acerque más a quien desea ser (se acerca al ideal del yo) e incrementa el sentimiento de autoestima que constituye así el camino inverso al que genera el sentimiento de culpa.

Moralmente mentir es malo. Éticamente será bueno o malo dependiendo del fin, por ejemplo proteger, dañar u obtener alguna ventaja personal para quien miente. Claro que si se daña o se obtiene alguna ventaja personal dañando a otros, esto puede ir a la cuenta del deterioro de la personalidad a través de la perdida en la autoestima, sea esto visible o no.

Para ilustrar el interjuego entre la Mentira y la Ética podemos recurrir a Macbeth, la pieza de W. Shakespeare.

Contexto histórico: en el siglo XVI a partir de la obra de Maquiavelo, se produce un punto de inflexión en lo que atañe a la ética. Se pretende no sólo la autonomía del saber político sino también de su práctica, de forma que la virtud no será ya el parámetro de lo bueno y lo justo confluente con ideales altruistas, si no que lo bueno será lo útil o lo eficaz para el poder del príncipe y para su gobernación en el reino. Esto en su extremo perverso habilita a violar valores “éticos” con fines de conquistar el poder personal.

En varias obras de Shakespeare existen representaciones del funcionamiento maquiavélico; baste mencionar la corte danesa de Hamlet, el personaje de Edmundo en El Rey Lear, y las menciones peyorativas a Maquiavelo de Enrique VI (Gloucester: “Soy capaz de añadir colores al camaleón
para competir en la metamorfosis de Proteo, de enviar a la escuela del Sanguinario Maquiavelo” 2).

Quizás Macbeth resulta una de las obras de Shakespeare en las que abundan las sombras y escasean las luces y tal vez sea una de las más adecuadas para destacar algunos puntos acerca de la mentira y la ética.

Macbeth: brillante soldado, buen caballero y con muy buen futuro en el reino. Víctima de una gran ambición de poder político, nacida de la voracidad y la envidia; aguijoneado por las brujas y Lady Macbeth, decide asesinar al rey Duncan para ser rey. En ocasión de ser hospedado por su primo, el mismo rey Duncan, Macbeth lo asesina en su propio castillo. Así, en Duncan asesina a su primo, a su anfitrión y a un benigno rey. Traicionando la ética del huésped, del familiar y del súbdito. Se miente para poder matar a Duncan, luego miente al matarlo y a ese asesinato le siguen más mentiras y más asesinatos para tapar los anteriores. Sin embargo, los vemos sufrir intensamente por hacer el mal, traspasar sus limites morales y su naturaleza, los vemos vacilar y
acercarse a cuestionamientos forzando su naturaleza, “…si el asesinato pudiera impedir la consecuencia…” pero “…las cosas mal empezadas se fortalecen con el mal”3 y los vemos caer al infierno a gran velocidad.

Una vez que consigue el poder cae en la cuenta que no tendrá descendencia, será “un tronco estéril”: puede asesinar pero no puede crear.
Las cosas empeoran, y destruye la creación de los demás: continua matando la descendencia del rey Duncan. Macbeth. antes de asesinar a Banquo, quien sera “tronco de reyes”, invoca a la noche para que envuelva los tiernos ojos del piadoso día. Lucha para que sus ojos no vean las atrocidades que comenten sus manos.

Cada vez mas asesinatos y más vacilaciones, alucinaciones de fantasmas que lo culpan y reclaman justicia. La tensión entre el bien y el mal aparece a lo largo de toda la obra representada en la pareja de los Macbeth (entendiendo el bien como las modalidades que pueden producir desarrollo mental y enriquecimiento de la vida y el mal los modos que llevan a una vida vacía, deteriorada y ruinosa), Lady Macbeth va percibiendo el camino que transita y enuncia que “nada se obtiene, todo se pierde, donde nuestro deseo se cumple sin contentamiento: es más seguro ser lo que destruimos. Que por la destrucción vivir en dudosa alegría .4 finalmente Lady Macbeth enferma, trata de lavar su crimen y su sentimiento de culpa con diferentes síntomas hasta que se suicida. A esa altura se muestra un Macbeth que se ha vaciado en las acciones, identificado con
el mal, ya sin miedo. No vacila, pero su vida queda en ruinas transformada“… en un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia que no significa nada”. 5

Macbeth muere en manos de un genuino heredero de la corona: Macduff. Se restablece el orden cultural, el orden ético. Los crímenes contra la naturaleza quedan reparados. El orden social queda en manos de un virtuoso y legitimo heredero.

Shakespeare deja traslucir genialmente una particular modalidad de funcionamiento psíquico donde Macbeth huye del contacto con la verdad a través de la
mentira y toma la corona tratando de burlar el orden social que representa sus ideales. Acomoda las consecuencias y las implicancias de sus actos a su conveniencia con el ansia de “poder”, pero contra el orden ético.

W. Shakespeare, creador de subjetividades, en una de sus obras más sombrías muestra cómo la traición de los Macbeth a sus ideales los sumerge en la ruina y
vacía sus vidas, con un final en el que se reestablecen los valores eticos una vez que muere Macbeth en manos de Macduff, “…el tiempo queda libre…”.6

Referencias

  1. Macbeth.
  2. Enrique VI (III,ii).
  3. Macbeth (AIIIeii).
  4. Macbeth (AIIIeii).
  5. Macbeth (AV.ev).
  6. Macbeth (AV.ev).