Construyendo el archivo psicoanalítico
María Marcela Bouteiller, Coordinadora de los Archivos Históricos de la Asociación Psicoanalítica Argentina
La palabra archivar solemos asociarla con la idea de guardar para no tirar y de este modo se nos configura un término somnoliento y vestido de polvo. La realidad es que la palabra “archivo” es lo único a despabilar, no su contenido. En los inicios sentí estar frente a una tarea mimetizada con una estética de necrópolis y en cambio me encontré con un decir vivo que siempre está listo para ser oído.
El archivo es el sedimento espontáneo que hace a la memoria institucional y debe ser conservado en el mismo orden con el que fue producido. La documentación ha de preservarse tal como la institución la armó, no sólo para recuperar aisladamente la información de épocas pretéritas sino también para contextuarlas dentro de los acontecimientos. De ello se deduce lo inevitable de su existencia para la historia de la institución. No debemos presumir de concebir un archivo, sí podemos de advertirlo, porque nos antecede, está, no lo creamos.
Adentrarse en las entrañas de los archivos, “deconstruyendo”, al decir de Jacques Derrida, no implica destruir, sino darles una nueva perspectiva con el reconocimiento y la aceptación de un desconocido que se presenta para ser descubierto. Este desconocido remite a aquello que no fue explorado ni fue interpretado en lo que hay de secreto en los materiales explícitamente archivados.
Sin embargo hay otro desconocido que no corresponde a lo secreto sino a lo que no fue archivado, es decir lo omitido. Para Le Goff, (historiador francés medievalista) dicho desconocido, no fue en su momento archivado, no tuvo palabra ni advertida presencia, algo en lo archivado nos habla de su omisión. María Cristina Melgar me ha preguntado si podrá estar presente en la mente del archivista toda la riqueza fantasmática que lo generó y lo omitido que hay que construir. En esta línea tomo las ideas de Freud sobre su trabajo en Construcciones: de la interpretación a la construcción y de la construcción a una nueva interpretación.
El archivista valora lo que Le Goff vio, que el archivo es el lugar de máxima erudición e imaginación, donde se perciben rumores que inducen a imaginar y pensar. El diálogo se instala no sólo sobre lo manifiesto, sino que también sobre lo que no está manifiesto, pero que la escucha puede conectar, teniendo en cuenta el pensamiento psicoanalítico del presente en el descubrimiento de la mentalidad psicoanalítica de otras épocas, y lo que tienen y siguen teniendo, de dinámico para construir. Además, tratándose de un archivo psicoanalítico y para pensar como psicoanalista, su acceso conduce a poder emprender una búsqueda para ligar ideas, entender acontecimientos, elaborar crisis. El archivo debe tener futuro.
Recordemos que Freud en Construcciones dice: “…es el traslado de la prehistoria olvidada al presente o a la expectativa del futuro…”
Una de mis propuestas como psicoanalista en la investigación de los archivos, es darle lectura e imagen contemporánea a lo que quedó registrado del pasado científico y cultural de la institución, y de ser posible, indagar en lo que ha permanecido secreto y enigmático.
La Comisión de Archivos es potencialmente pasible de ser convocada por todos los departamentos y estamentos de la institución, y me pareció significativo mostrar la riqueza de sus contenidos, su naturaleza y su diversidad. Coincidentemente con la importancia que se le da en la actualidad a lo visual, decidí incorporar las fotografías y videos. Es por ello que además de los documentos escritos, las fotografías y los videos son una invitación para ir más allá de la lingüística y las palabras; nos ofrece el gesto sostenido indefinidamente para abrevar una y otra vez con miradas exploradoras, en esos instantes detenidos donde uno se imagina la vida de la gente.
Los archivos son el patrimonio científico y cultural imprescindible en una institución y deben ser pensados y reconstruidos a la luz del pensamiento psicoanalítico contemporáneo. Quizás mi función hoy al estar frente a los archivos, sea la de un interlocutor que transmite que llegó la hora de que los documentos guardados sean revisitados, sacados a la luz, revitalizados. En esta tarea fue imprescindible mi pasaje por los seminarios y talleres organizados por la Licenciada Mariana Nazar en el Archivo General de la Nación, que me transmitió la concepción moderna del Archivismo y ayudó a ponerla en marcha, avalado y estimulado en los comienzos por la gestión de Andrés Rascovsky.
Como psicoanalista, quiero enfatizar que mi trabajo estuvo destinado a valorizar la clínica de la relación psicoanalítica de los analistas con el archivo. Poder escuchar lo que dicen los testimonios y también lo que está silenciado porque no hay testimonio.
Pasaron 75 años, 4 generaciones que han sentido el sedimento escrito de lo que fue el pensamiento y el accionar de los protagonistas del Archivo. Las nuevas generaciones de analistas deberían poder reflexionar sobre la importancia generativa que en cada uno tienen las peculiares y personales identificaciones, con el pensamiento de la institución. Siguiendo a Haydeé Faimberg, comprender la historia identificatoria que deja el archivo hará mas audibles dichas identificaciones en la historia del psicoanálisis argentino. Sin olvidar que para el psicoanálisis lo que subyace a la punta del iceberg son, como dice Rosolato, aquellos indecibles que tienen en si mismos la idealización de lo desconocido.
Como es sabido, el porvenir está poblado de expectativas y deseos, los unos y los otros vestidos de incertidumbre, pero si una certeza habita en el porvenir, es el hecho indubitable de que siempre un archivo nos aguardará para ser descubierto como partícipe activo de la historia.