Los fanatismos y el poder del mal

Estela L. Bichi, APA

El concepto de poder, en el sentido de una posibilidad, de una positiva potencialidad, conlleva, en su sentido contrario y negativo, el del ejercicio de un dominio, de una espuria manipulación sobre otros –los “inmolados”, los ejecutores de atentados suicidas-, cuyas acciones conducen a su vez a la destrucción y a la muerte de quienes debieran supuestamente ser considerados sus “semejantes”. No se trata entonces del ejercicio de la autoridad que regla y ordena, sino de la manipulación de seres humanos que, instruidos en fanatismos de metas tanáticas, convierten a «los otros», considerados sus enemigos, en víctimas de un proceso de odio y/o de cosificación, de deshumanización. Objetos de odio u objetos desobjetalizados, el ataque a su humana existencia se convierte sólo en un medio para demostrar tanto a los autores intelectuales como a los propios ejecutores, una capacidad todopoderosa de lograr sus fines infligiendo el mal.

Lejos de pretender ofrecer una explicación acabada del problema a tratar, este breve escrito intenta sugerir algunas hipótesis que nos permitan continuar reflexionando sobre el acuciante tema de la violencia social, utilizando herramientas conceptuales de la disciplina psicoanalítica para profundizar en el análisis de algunos de sus aspectos: el odio xenófobo, el gélido mal, la patología de los ideales.

Breves reflexiones metapsicológicas

  1. La xenofobia: Los conceptos metapsicológicos freudianos sobre la constitución del psiquismo, así como la última teoría sobre las pulsiones, han provisto las bases fundamentales para posteriores reflexiones acerca el fenómeno de la xenofobia (Aslan, 1986) y de la caracterización del mal. Las hipótesis freudianas sobre la estructuración psíquica, parten del momento mítico en que el yo de placer purificado considera y conserva como propio todo lo que le es placentero, en tanto que lo no-yo comprende todo aquello que le provoca displacer y es proyectado como lo malo, lo no yo, objeto depositario del odio y del temor. Tal primitivo maniqueísmo queda desvirtuado al imponerse, con la maduración, un yo de realidad capaz de ejercer el juicio de existencia y el juicio de realidad que llegará a poder valorar al objeto y calificarlo como bueno o malo para el yo, sujeto.
    Atentos a las capacidades regresivas del psiquismo y a la permanente vigencia en él de los funcionamientos más arcaicos alternándose con otros de un grado de mayor desarrollo, podríamos colegir que aquellos comportamientos ya sean individuales o grupales que calificamos como irracionales se manifestarían en los casos en que el yo de realidad ya no rige totalmente el pensamiento o la acción de los humanos, reapareciendo en ellos funcionamientos arcaicos del psiquismo que se creían hartamente superados. Es significativamente perturbador que estos funcionamientos arcaicos compartan con otros ya maduros, la primacía en el psiquismo. O, aún más grave, que los reemplacen, rigiendo entonces su funcionamiento. Tal sería el caso del xenófobo quien enfáticamente califica lo diferente como un no-yo, un extraño, un objeto peligroso a quien debe agredir, destruir. (Aslan 1986) (Bichi 2003/2008).
  2. El mal gélido: Como las del odio xenófobo, las raíces del mal se encuentran también en la organización narcisista primitiva que adjudica a lo extraño, lo no-yo, todo lo malo. Pero a diferencia de la xenofobia, que se halla aún marcada por la pasión del odio, el mal se caracterizaría por su frialdad, su desapasionamiento.
    Detengámonos aquí a pensar en el meticuloso y ordenado método de exterminio utilizado en el genocidio judío, armenio y otros. La brutal desinvestidura, de la que el sujeto a menudo no tiene conciencia, pone en marcha el proceso de «nadificación» del semejante que ha perdido todo interés como tal, y quien lejos de ser amado ni siquiera es odiado. Transformado en un objeto/nada, es entonces pasible de una destructividad más terrorífica que la del odio aberrante, ya que éste último conserva el carácter pasional que le otorga su grado de intrincación libidinal. Ha desaparecido toda posibilidad de empatía pues no existe nada que una al agresor o lo identifique con el objeto y que logre de ese modo volverse sensible a su padecimiento. Se trata de la absoluta y total desintricación pulsional… aberrante y pura expresión de la pulsión de muerte, Green (1983/1992) (Bichi 2003/2008)
  3. Pathos/Pasión de los ideales tanáticos: Ahora bien, en las antípodas de la indiferencia, enfocándonos en aquello que desde lo más profundo mueve al hombre en sus acciones, hallamos la permanente influencia de la instancia que rige desde los ideales individuales y grupales. El concepto freudiano de Hilflosigkeit nos remite a la temprana e ilusoria fusión con el objeto, su posterior ruptura y el reconocimiento de un no-yo, un objeto sobre el cual, privado de su omnipotencia primaria, el infans proyecta tal omnipotencia narcisista perdida convirtiéndolo en su primer ideal del yo. Considerado como un fenómeno antropológico de características propias y de complejidad superior a la simple búsqueda del logro de satisfacciones pulsionales, el ideal del yo se constituye en la sede de una cualidad sólo humana cuya búsqueda eterna es la del reencuentro de su perdida unidad. Si coincidimos con J. Chaseguet-Smirgel (1975) en que el incesto representa no sólo la realización de un deseo sexual sino que constituye el retorno a la unidad primera en la que sujeto y objeto se confundían –en la que el narcisismo no conocía ninguna fisura–, diremos que a todo intento de reconquista de la omnipotencia narcisística perdida subyace el deseo incestuoso. Esto es común a la organización neurótica edípica como a las «desorganizaciones» en equilibrio inestable de las estructuras perversas en las que el sujeto conserva gran parte de su primitiva megalomanía sin por ello perderse en la psicosis. En tanto que el tiempo es de un notorio registro en las primeras, las segundas se inscriben en una atemporalidad que les permite el proyecto de llegar a vivenciar eternamente la unidad con el objeto perdido. De todos modos, el anhelo de unidad con el objeto primario no deja de expresarse en ambas organizaciones psíquicas. Naturalmente, de estas dos vías diferentes que puede tomar el narcisismo en aras de intentar recuperar su completud, y que por razones de espacio nos vemos restringidos en profundizar, surge con claridad el peligro inmanente que cada ser humano puede llegar a experimentar en el sentido de ser «utilizado» de modo espúreo en sus más íntimos recursos y mecanismos psíquicos. La promesa de tal reencuentro con el objeto perdido, con el paraíso del que alguna vez fueron privados, funciona como un poderoso motor en ciertos sujetos convencidos de su correcto accionar al ejecutar el mal. (Bichi 2003/2008).
    Toda manifestación de maldad humana nos induce a sospechar en la influencia de los objetos significativos durante el desarrollo de los sujetos implicados. En tal sentido, la situación de «uso» del otro para fines destructivos obviamente se facilita en aquellos casos en los que se observa una seria perturbación en los vínculos primarios, los que –entre otras probables dificultades– se hallan en general «tomados» por ideales transgeneracionales. A tal perturbación suele sumarse, no mucho más tarde, la nefasta influencia de un contexto que presiona a los sujetos a la vez que los guía por la vía del fanatismo tanático. La idealización del líder o de determinadas ideologías se acompaña entonces de la proyección masiva de las pulsiones destructivas y de la nihilización de los objetos soportes de tales proyecciones, a las que no es difícil que le siga la muerte de éstos, así como la propia muerte de los ejecutores del mal. Aún más si todo ello conlleva alcanzar el máximo de los bienes: la unión del yo con su ideal, la completud tan ansiada, la fusión tan anhelada. Un pretendido sumo bien con el que se justifica un mal no reconocido como tal…

Bibliografia:

  • ASLAN, C. M. – (1986) – Xenofobia – artículo inédito.
  • BICHI, E.L. – (2003) – El psicoanálisis y nuestra tarea psicoanalítica en tiempos de crisis socio/ política y económica en Latinoamérica – Actas del Congreso Anual de la E.P.F. European Psychoanalytical Federation – Sorrento, Abril de 2003.
    • — (2005) – Unde Malum? – La proveniencia del mal – Actualidad Psicológica, Año XXX, Nº 333, Buenos Aires.
  • BICHI, E.L.(2008) – El Poder del Mal – Congreso Argentino de Psicoanálisis, Córdoba, Argentina, Mayo de 2008.
  • CHASSEGUET-SMIRGEL, J. – (1975) – La Maladie d´Idealité, Paris, Editions Universitaires, 1990.
  • FREUD, S. – (1911) -Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico, A.E., Tomo XII, Bs. As., 1988.
    • — (1914) – Introducción del narcisismo – A.E., Tomo XIV, Bs.As.1988.
    • — (1915) – Pulsiones y destinos de pulsión-A.E. Tomo XIV, Bs.As.1988.
    • — (1915b) – De guerra y muerte – A.E., Tomo XIV, Bs. As., 1988.
    • — (1921) – Psicología de las masas y análisis del yo. A.E., Tomo XVIII, Bs. As., 1988.
    • — (1923) – El yo y el ello – A.E., Tomo XIX, Bs. As., 1988.
    • — (1929) – El malestar en la cultura – A.E., Tomo XXI, Bs. As., 1988.
    • — (1933) – ¿Por qué la guerra? – A.E., Tomo XII, Bs. As., 1988.
    • — (1938) – La escisión del yo en el proceso defensivo, Tomo XXIII, Bs. As., 1988
  • GREEN, A. – (1983) – Narcisismo de vida, narcisismo de muerte – A.E., Bs. As., 1988.
    • — (1984) – La Pulsión de Muerte, Primer Symposium de la Federación Europea de Psicoanálisis, A.E., Bs.As., 1987.
    • — (1990) – De Locuras Privadas, A.E., Bs. As.
    • — (1992) – La Déliaison – Hachette Lit., Paris,
    • — (1993) – El trabajo de lo negativo – A.E., Bs. As., 1995.