Femicidios

En las sociedades contemporáneas se hacen visibles hechos que ya existían históricamente: la violencia sexual y de género, con un final anunciado que muchas veces termina en la muerte de las mujeres atacadas. Esto muestra que en muchos sectores sigue presente la idea de que la mujer es una posesión del hombre: “Las mujeres son traicioneras, no obedecen y hay que poner orden”, es una frase que responde a ideas que recorren la historia de la civilización.

Se trata de relaciones de poder entre los géneros que responden a la estructura de las sociedades patriarcales, androcéntricas. Estas ideas están naturalizadas y se pierden sus determinaciones históricas. Esto deriva en que también muchas mujeres participen de las mismas.
Recordemos que recién en el Concilio de Trento se estableció que las mujeres poseían “alma”. Recordemos también que en ciertos pueblos primitivos se incineraba vivas a las mujeres junto con sus maridos muertos. Más recientemente, el control de la natalidad en China que derivó en eliminar a las niñas, ya que las parejas estaban autorizadas a tener un solo hijo.

Estamos en presencia de sistemas de percepción y conocimiento establemente inscriptos en el psiquismo, en los cuerpos, y que se reproducen históricamente (Bourdieu) a través de los discursos sociales. De esta manera, los discursos, saberes y poderes fijan estereotipos sobre las relaciones entre hombres y mujeres.
Las relaciones de poder pueden fijarse en relaciones de dominación y pasar fácilmente a la violencia con finales sin retorno. Si bien hay otros tipos de violencia en la trama de lazos sociales, la violencia de género y el femicidio constituyen una problemática que merece un enfoque específico en las distintas culturas y subculturas vigentes
Desarticular estos sistemas forma parte de un trabajo de la cultura en el que la praxis psicoanalítica está incluida.