Bullying

Dr. José Sahovaler y Lic. Nora Koremblit de Vinacur, miembros de APA

A raíz del estudio del psicólogo noruego Dan Olweus se ha generalizado el término de “bullying” para referir el acoso escolar. Aún cuando el acoso escolar ha venido sucediendo desde los orígenes de las instituciones escolares, el haberlo nominado ha permitido poner el foco de atención en este tipo de situaciones, profundizando su estudio y desarrollando protocolos para contrarrestar y combatir estas prácticas perversas.

Dentro de las distintas configuraciones que las violencias educacionales pueden adquirir pensamos que el acoso escolar posee una serie de características distintivas:

  1. Es una violencia física y/o emocional que un grupo de compañeros ejerce sobre una víctima elegida. Esta especificación deja de lado violencias entre 2 contrincantes para ubicar al bullying como un fenómeno grupal.

  2. El bullying implica que el acoso de los compañeros contra un alumno se mantiene durante un tiempo relativamente prolongado. No es “la cargada” que puede ocurrirle a cualquier alumno durante un día sino que implica una situación de maltrato permanente.

  3. En esta situación existen 4 o 5 actores:

    1. el acosado,

    2. el o los acosadores (en ocasiones son más de uno),

    3. el resto de los compañeros que funcionan como público,

    4. la institución educacional.

Es posible pensar en algunos casos la aparición de un 5° personaje: el que defiende al abusado.

Abordando la complejidad de la situación de bullying debemos señalar que la víctima designada posee características particulares que la hacen pasible de diferenciación del resto de los alumnos. Estas características pueden ser cuestiones raciales, físicas, sexuales, pero también pueden abarcar cuestiones intelectuales, de conocimiento, etc.

Sea cual sea la marca distintiva que permite la discriminación, lo que no podemos dejar de señalar es que la víctima se muestra incapaz de defenderse. Si hubiese podido hacerlo al comienzo del acoso, este no hubiese progresado. El miedo es la marca distintiva del acosado y la imposibilidad de recuperar el respeto de sus compañeros lo acompaña continuamente.

Otro factor sumamente importante en la relación bullying es la presencia de los testigos. Si no hubiese testigos, si el conjunto de los alumnos repudiase la violencia contra el indefenso, el acoso cesaría. Los testigos ocupan diferentes posiciones: desde los que proyectan su hostilidad sobre los acosadores, pasando por los testigos silenciosos que sólo observan pasivamente, hasta aquellos que temen ser identificados con el acosado y temen pasar a ocupar su lugar. De este grupo también surge, también, el que cansado de la violencia contra un indefenso sale a su rescate. Este líder positivo es un elemento fundamental para contrarrestar el acoso.

El acosador, si bien puede ser alguien con una serie de núcleos psicopáticos, también es alguien que ve en la víctima su propia imagen invertida: ataca a aquel que lo refleja aterrado de ese doble siniestro.

Por último tenemos a la institución escolar. Esta puede desentenderse de estas lógicas discriminativas y violentas, haciendo “la vista gorda” como si nada pasase o implementar una serie de políticas activas para desarticular todo posible bullying.

En cuanto a las políticas institucionales para contrarrestar al bullying, podemos dividirlas en prácticas preventivas y prácticas curativas:

  1. Preventivas: el trabajo preventivo es implementar una intensa política contra todo tipo de discriminación. Si todo el alumnado concientizase la problemática discriminativa muchos de los episodios de acoso escolar no aparecerían.

  2. Curativas: surgida la situación de acoso es la institución la que debe arbitrar las medidas tendientes a suspender este tipo de prácticas. Para ello el trabajo es sobre los diferentes actores de la situación. Sobre aquél que no sabe defenderse y que deberá aprender a hacerlo porque es una necesidad para sobrevivir en esta sociedad. Sobre el acosador ya que no se pueden permitir conductas psicopáticas y violentas en la escuela. Pero, sobre todo, se debe actuar en el grupo de pares. Si el acoso es repudiado por todo el alumnado éste inmediatamente cesa. El bullying es una situación grupal e interpersonal y debe ser encarado desde esa pespectiva.

Lo presentado hasta aquí son solo generalidades y sabemos que el psicoanálisis está en condiciones de aportar soluciones importantes a este flagelo estudiantil, ya sea trabajando en la escuela, orientando las prácticas de los docentes; con las familias, dado que aquéllo que ocurre en la clase tiene su reflejo en lo que ocurre en la casa y con los distintos jóvenes que pueden ocupar alternativamente algunas de las posiciones descriptas.