Mentiras parentales y problemáticas adolescentes
Por Dr. Rodolfo Urribarri, Psicoanalista, con especialización en Niños y Adolescentes, miembro didacta de la APA
Es difícil transmitir, por razones de confidencialidad, numerosos relatos de consultas y/o tratamientos en los cuales se registra la “adopción” del vástago, como algo desconectado o no relacionado con la sintomatología y trastornos conductales, que suelen ser muy relevantes para el profesional. Es por tal motivo que me remitiré a ejemplificar con un relato lejano en el tiempo y lugar, relevante para el mundo psicoanalítico y escasamente conocido.
Como necesaria introducción, diré: algunos años luego de 1920 Peter Blos, estudiante en Heidelberg, concurrió, como era habitual en Europa para ampliar horizontes, a otra Universidad a cursar un semestre y fue a Viena. Quiso quedarse otro ciclo y aunque con reticencia, su padre aceptó; finalizando el curso quiso nuevamente quedarse, su padre no lo aceptó, conminándolo a regresar. Un amigo le sugirió, como era maestro, que podría enseñarle a niños, quienes debido a sus padeceres, no podían concurrir al colegio. Se conectó y empezó a enseñar a quienes eran los pacientes de los primeros analistas de niños, liderado por Anna Freud.
Pasado ese cuatrimestre decidió volver, pero le propusieron que organizara un pequeño colegio. Él, en las conversaciones, dijo que no podría encarar este proyecto solo y que consideraba que el inicio escolar debía realizarse ligado con la estimulación de lo sensible como lo musical, lo pictórico, el movimiento corporal y requería de un amigo un par de años mayor, formado en lo artístico. Fue aceptado, pero como este joven -Erik Homburger- se hallaba en Italia, realizando retratos en las calles, con pocos recursos como para ir a Viena, se lo contrató para que se trasladara y mientras lo entrevistaban, realizara retratos de los hijos de Dorothy Burlinghan, quien era analista de ese grupo y mecenas del movimiento psicoanalítico (hija del dueño de la famosa joyería Tiffany de New York, divorciada, “asilada” en Viena). Acordado el proyecto, les pusieron como condición comenzar un análisis didáctico como becarios del Instituto Psicoanalítico de Viena
Peter y Erik eran hijos de pediatras con inclinaciones filosóficas y sociales, y sus madres estaban ligadas a lo pictórico. Vivían en pueblos cercanos a la Selva Negra (Alemania); la madre de Erik era nativa de Copenhague.
Erik comenta: “Fue mi amigo Peter Blos (hoy en día, psicoanalista en Nueva York, más conocido por sus clásicos escritos sobre la adolescencia) quien acudió a mi rescate. Durante el final de nuestra infancia, había compartido conmigo a su padre, un doctor tanto profético como excéntrico (él fue el primero en hablarnos sobre Gandhi)… Ahora me invitaba… a unirme a él en esa pequeña escuela de Viena. Con su ayuda aprendí a trabajar en horarios regulares y conocí al círculo que rodeaba a S.Freud” Resalta el impacto de la figura mítica del gran doctor que se había opuesto a las ideas del establishment médico y su círculo lo había admitido a un entrenamiento “que se acercaba al papel de un doctor de niños tanto como era posible sin asistir a la escuela de Medicina”.
Avanzando en su tratamiento psicoanálitico llega a “descubrir” que era “adoptado”. Su madre Karla, lo había concebido con un pintor danés que la abandonó antes de que él naciera. Recién hacia sus 3 años pasa a convivir con el Dr. Homburger, quien le dá su apellido y cariño. Era, según dice, lo más alejado al cliché del padrastro, y deseaba que se convirtiera en médico. No obstante, llegado el momento, favoreció su formación artística hacia el dibujo y la pintura.
Este origen parental le fue ocultado. “Ellos aparentemente pensaban que tal reserva no solo era posible (debido a que entonces se suponía que los niños no deberían saber lo que no se les había dicho) sino también aconsejable, de manera que me sintiese como en casa, en su casa.” Esta idea de aquel entonces y aún hoy día, pese a la gran difusión mundial del psicoanálisis, racionalizada en proteger a los niños de verdades que no pueden entender y supuestamente podrían perjudicarlo, en realidad, lo entiendo como una dificultad de los padres de aceptar y transmitir sus acciones realizadas y afectos concomitantes, sentidos como censurables y vergonzantes, afectando su balance narcisístico. Paradójicamente, con lo que conscientemente “creen” proteger a sus niños, los afectan profundamente inoculándoles mentira, incongruencia entre hechos y palabras, e inseguridad respecto a sus padres, transformando a los niños en sostén y cuidadores del narcisísmo jaqueado de los padres
Al respecto viene a mi memoria una viñeta clínica. Estaba una joven con su madre en la sala de espera para una consulta ginecológica, de pronto le dice, refiriéndose a su hermano, que esta pareciéndose cada vez más al padrino, es como si fuera su hijo. La madre a duras penas pudo reforzar la mentira sobre la paternidad con descalificación y diciéndole “como se te pueden ocurrir esas maldades” y sortear el fuerte dolor de pecho que la oprimía y asustaba.
Retomemos lo de Erik al decir: “Como hacen los niños, le hice el juego a esto y más o menos olvidé el período anterior a mis tres años, en que mi madre y yo vivimos solos. Entonces sus amigos habían sido artistas…Ellos, creo, me proporcionaron mi primer troquelado masculino” … (Yo, agregaría y sus raíces identitarias en lo artístico-pictórico ) “antes de que hubiese acabado de aceptar a ese intruso, el doctor barbado con su amor reparador y sus instrumentos misteriosos”
Señala que los problemas de identidad suelen hacer crisis durante la adolescencia y se plantean el futuro rol a desempeñar. Su padrasto pertenecía a una familia de origen de judíos praticantes. “Yo era rubio y de ojos azules y crecí flagrantemente alto. Al poco tiempo, asi, adquirí el apodo de “Goy” en el templo de mi padrastro; mientras que para mis condiscípulos yo era “un judío”. Aunque había tratado de ser un buen chauvinista alemán, me volví un “danés” cuando Dinamarca permaneció neutral durante la primera guerra mundial”. Lo de Goy (gentil/no judío) se debía a que la apariencia física de él, era notoriamente muy diferente a la de los jóvenes judíos de esa zona.
Luego, cuando la presión nazi en Viena y la diáspora de psicoanalistas que migraban, Erik intenta radicarse en Copenhagen, obtener su ciudadanía danesa y crear un centro psicoanalítico, la dificultad en lograrlo, los riesgos del ser judío y su responsabilidad como Pater familia, hicieron que migrara, dirigiéndose a los Estados Unidos
Podemos ver en la historia de Erik Homburger Erikson, más allá de sus avatares, cómo temas teóricos que luego desarrolla, están marcados por la mentira y ocultamiento, ligados fuertemente a su origen y estructuración psíquica hasta la tardía adolescencia, como su formulación de la moratoria psicosocial en la adolescencia (su deambular bohemio en Italia); también la de crisis de identidad en la adolescencia (judío y goy) (alemán y danés) el interés posterior desarrollado en sus brillantes trabajos sobre Ghandi y Lutero, y la importancia acerca de la prospectiva de lo futuro, el rol así como la forma y lugar que va a proponerse.
Por último quisiera destacar que, de una juventud errante y sin rumbo, de dudoso futuro, éste se vió claramente beneficiado por lo trabajado en su tratamiento psicoanalítico, durante el cual surgieron descubrimientos, aperturas y cambios, que se consolidaron en un futuro muy promisorio.
Bibliografia
- Blos Peter: comunicaciones personales en diversos encuentros
- Erik H. Erikson: Sociedad y adolescencia, Capítulo 1 Principalmente, páginas 17, 28 a 32, 35. Segunda edición 1974, Editorial Siglo XXI