Psicoanálisis y Cultura
Liliana Pedrón (APA)
El psicoanálisis se ha relacionado, desde su creación, con diversas manifestaciones humanísticas y artísticas; incorporó al acervo cultural occidental una forma de mirar, una interpretación del ser humano, transformadora. Esta relación entre el pensamiento psicoanalítico y las diversas manifestaciones culturales fue desde los comienzos un recorrido de ida y vuelta, de interrelación. Si bien se puede ver el protagonismo del psicoanálisis en la enunciación cultural de la época contemporánea no hay que dejar de tener en cuenta la influencia de otras disciplinas en el psicoanálisis. Así como el concepto de inconsciente freudiano modificó, con su condición dinámica, la noción de conflicto, el límite del conocimiento y la concepción de la vida afectiva del sujeto; la antropología, la historia, la literatura, la estética y muchas otras disciplinas acompañaron al psicoanálisis en sus desarrollos. El intento de reflexionar desde una lectura interdisciplinaria implica ir más allá de cada disciplina, no obstante los psicoanalistas que trabajamos con diversas manifestaciones de la cultura, más que transformarnos en especialistas de cada tema, es importante que nos aboquemos a los emergentes de la interrelación.
Desde esta perspectiva propongo establecer, tal como lo he desarrollado en otro texto (Pedrón, 2012), tres modalidades de vínculo entre psicoanálisis y cultura.
En la primera modalidad incluyo una asimilación del psicoanálisis por parte de la cultura. El nivel de lo inconsciente se ha incorporado al discurso de variadas manifestaciones culturales. Freud (1900) desarrolló su interpretación de los sueños teniendo en cuenta los mecanismos que reinan en el inconsciente y que denominó del proceso primario. Se origina así un estilo de expresión y razonamiento que puede interpretarse incluyendo los parámetros definidos por Freud a partir de las leyes propias del funcionamiento del inconsciente. Ellas son: desconocimiento del tiempo; inexistencia de la contradicción y mecanismos regidos por la condensación y el desplazamiento. La corriente surrealista en las artes es un claro ejemplo de esta modalidad. Dentro de la expresión estética en la pintura encontramos la obra de Salvador Dalí. Desde el punto de vista cinematográfico podemos citar la obra pionera de Luis Buñuel Un perro andaluz (1929 ). Es así como emerge la definición de un inconsciente vivo que para nuestra conciencia es atemporal y contradictorio.
En el ámbito de la literatura uno de los ejemplos de esta forma de expresión es la obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot (1940). La misma, como un modelo del teatro del absurdo que bajo esta perspectiva dejaría de serlo, puede ser considerada como la estructura de un sueño. Contiene elementos propios del pensamiento inconsciente, donde actúan los mecanismos del proceso primario antes mencionado. Veamos un fragmento para ver cómo juega el principio de no contradicción .
Vladimir le dice a Estragón: Cuando uno piensa, oye.
Estragón responde: Cierto
Vladimir : Y eso evita reflexionar.
Estragón: Claro.
Vladimir : Impide pensar.
Estragón: De todos modos se piensa.
Vladimir: ¡Qué va!, resulta imposible.
Estragón: Eso es, contradigámonos
Vladimir: Imposible…
Por otra parte la historia, la filosofía, la antropología han incluido conceptos como pulsión, inconsciente, sublimación, genitalidad, erotismo, según fueron planteados por el psicoanálisis. A título de ejemplo, citemos el mito de Edipo tomado en un ida y vuelta de la literatura al psicoanálisis. Desde la tragedia de Sófocles al complejo de Edipo, del complejo de Edipo a la teoría estructuralista de Levi Strauss; inductora de un cambio profundo en la lectura antropológica. El estructuralismo también influyó en los desarrollos psicoanalíticos posteriores a Freud, entre ellos los desplegados por la teoría lacaniana.
En la segunda modalidad incluyó una forma de interpretación, una lectura psicoanalítica sobre un hecho o realización cultural. Esta modalidad de relación es la que se ha dado en llamar desde los tiempos freudianos psicoanálisis aplicado. La designación requiere, a mi entender, ciertas definiciones más precisas del concepto de aplicado. Si se piensa en el psicoanálisis interactuando en el ámbito de la cultura, la interpretación, concebida como instrumento princeps se modifica. Es diferente a la del proceso analítico. Ya no se trata de interpretar el discurso de un paciente sino que actuamos con los emergentes de una sublimación cultural. Si bien la manifestación artística también ofrece un nivel interpretativo posible que relaciona la vida, la experiencia del autor con su obra, es más enriquecedor trabajar a partir de la expresión artística. Discernir el destino inconsciente de la obra de arte en el espacio que se genera entre el autor y el lector es psicoanalíticamente más significativo. Cuando el campo de estudio, el tema abordado, es la vida del autor o la creación de la obra en relación con la vida del artista, se produce una reducción del campo de análisis y se pierde de vista el nivel simbólico y metafórico que genera la relación arte-psicoanálisis. La aplicación del psicoanálisis en términos de interpretación directa sobre aquello que no está entendido como en proceso analítico puede ser considerada como fuera de lugar. Es más oportuno comparar, tal como lo hizo Freud, en su obra mojón –como la denomina Sara Kofman en El nacimiento del arte (1973)– El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen (1907) la trama que imagina el escritor al construir la novela con el recorrido concebido en el proceso analítico. El poeta, según Freud, crea una fantasía y pone en boca de los protagonistas delirios, sueños y restos diurnos. Hanold, el personaje central, encuentra la salvación en el análisis sobre los misterios del alma, a través de la relación con alguien amado. Al leer el cuento Freud toma conciencia de que el argumento fantaseado por el poeta corrobora sus desarrollos científicos. La Gradiva es una cura por amor, por el afecto, tal como ocurre con la transferencia en la cura analítica. Desde este punto de vista el psicoanálisis no es concebido como un psicoanálisis aplicado sino como una labor que busca entrelazarse e incorporarse a la tarea artística. Al fomentar la relación con el arte, el psicoanálisis tiene como objetivo, inter-penetrar la propuesta de éste con la suya, vincularse con él.
La tercera modalidad implica una relación que toma al psicoanálisis como tema, como aquello que es puesto en el nivel de objeto representado. Cuando el psicoanálisis es llevado a escena, puede aparecer una distorsión y a veces una descalificación de su práctica. Por ejemplo en la obra de Hitchcock el film Spellbound (1945) que en su versión castellana lleva por título Cuéntame tu vida se presenta el tema del amor en la transferencia como un amor viable que genera una historia basada en lo racional y concreto. En este sentido el guión no da lugar al conflicto. Truffaut el realizador cinematográfico francés comenta en sus entrevistas con Hitchcock (1977) que este último reconoce la pérdida del suspenso y el empobrecimiento del tema. Algo muy diferente ocurre en el film Los Pájaros (1963). Más allá de incluir una evolución en la filmografía hitchcockiana se hace presente un emergente simbólico y metafórico que permite desplegar una interpretación mucho más amplia de la obra tanto desde el punto de vista del valor estético como del análisis psicoanalítico.
A través de este breve recorrido he planteado el vínculo entre Psicoanálisis y Cultura como una relación atrayente y fructífera, aunque por momentos, también conflictiva y contradictoria. Dejo enunciado la incidencia de la cultura digital en el psicoanálisis y su impacto sobre los parámetros del tiempo y el espacio. Las relaciones descriptas afianzan la vigencia del psicoanálisis y anuncian su continuidad.