¿Qué es ser hombre, qué es ser mujer hoy? Viscisitudes de la identidad psicosexual

Amalia Socci, APA

La cuestión parece centrarse en el Hoy. Ser hombre y ser mujer ¿es diferente de ayer a hoy? ¿Cómo eran los hombres y las mujeres antes? ¿Antes de qué? De qué depende el Ser, ¿quizá del Tener? He aquí la cuestión.Me permitiré recordar un poster muy conocido por los años 60 y que creo tiene total vigencia.

Un niñito y una niñita conversaban. El niño le dice señalándose los genitales: Vos no tenes esto que Yo Tengo. Y la niña señalándose los suyos le contesta: Mi mamá Dice que yo con esto puedo tener de eso Todos Los Que Quiera. ¿Esto y eso qué son?

Me referiré en particular dentro de las generalidades, a la mujer, ya que el tema que proponemos puede ser enfocado de muy diversos ángulos.

En primer lugar, diría que no tenemos que confundir la idea de lo femenino con la femineidad o con la sexualidad femenina. Si bien tienen cuestiones en común marcaré ciertas particularidades.

En general ¿consideramos lo femenino versus lo fálico? ¿O bien lo femenino referido a la incompletud? ¿O lo femenino referido a la roca viva, es decir siguiendo a Freud, en el varón el rechazo a la posibilidad de tener una actitud pasiva hacia otro hombre y en la mujer la envidia al pene? ¿O lo femenino referido a un goce secreto diferente al goce fálico? Todo esto está presente en este concepto? Lo femenino forma parte de la estructura psicosexual humana.

Si consideramos la observación de Freud de la roca viva en la mujer como envidia del pene, sabemos que en el momento de la primera mirada que lanza la niña a la diferencia sexual anatómica, no se encuentra el sentimiento de dolor y de mutilación del varón ya que lo que identifica es “algo por tener” y no tener algo que perder.

Ejemplos clínicos ficcionales

Una niñita de 4-5 años lloraba tratando de mirar a un varoncito que orinaba de espaldas a ella ocultándose. El no la dejaba mirar y ella llorando con rabia decía: “No me importa, mi papá me va a comprar 3 pitos. Uno me lo voy a poner acá (y se señalaba la frente) otro acá (en el medio del pecho) y el otro acá (en la zona genital).

Al salir del baño una niñita de 7 años le pregunta a su mamá: ¿Mamá esa cosita que tengo como una lengüita allí abajo, me va a crecer? La madre le contestó: No te va a crecer, a mi tampoco me creció, a ninguna mujer le crece.

La niña continuó preguntando ¿Y los hombres pueden tener hijos? La madre contestó: Los hombres Son padres cuando las mujeres Tienen hijos.

Nuevamente esta cuestión de ser y tener.

Se habla de falocentrismo, de Sociedad falocéntrica. Una famosa propaganda de cigarrillos decía “Has Recorrido Un Largo Camino Muchacha” y se veía una bella joven con pantalones y fumando. ¿A quién impactaría esto hoy? Es tan antiguo. Si la idea es borrar la diferencia hoy muchas mujeres son sostén del hogar y el hombre cuida de los niños, cocina, espera que su mujer llegue. En otros casos la mujer trabaja tanto como el hombre, detesta las tareas domésticas, sale mucho y está el menor tiempo posible con los hijos. Esto descriptivamente y como extremos entre los cuales existen infinita cantidad de variables. Como dice A. Green no podemos salir de las referencias culturales como tampoco levantar enteramente la hipoteca biológica. Los efectos de la ideología cultural actual sólo se harán presentes para una generación posterior de analistas.

La ideología se remonta al paleolítico superior donde ya se identificaba a la vagina como una herida.

¿Cómo no mencionar la Bisexualidad?

Freud sitúa la instauración de la bisexualidad psíquica en el complejo de Edipo. Este revela a cada sexo su diferencia y su duplicidad. El complejo de Edipo sexualiza lo presexual. La especificidad de la angustia de castración heredada de otras angustias lo demuestra.

Ya hablamos del rechazo a la femineidad en los dos sexos. En el varón rechazo a la posibilidad de tener una actitud pasiva hacia otro hombre. En la mujer envidia del pene. Esta explicación para el rechazo de lo femenino no es suficiente. Hoy vislumbramos algo más radical que el rechazo a lo femenino Sexual.
Sabemos del fracaso de Freud cuando pensó asignar el ser activo-pasivo, el rol precursor de la diferencia sexual. La supuesta pasividad de la mujer es en realidad una intensa actividad. En todo caso será activamente pasiva en el sentido de receptora, de continente.

Ese rechazo al que aludía sería a algo que viene de la mujer o que está ligado a ella y que pasiviza.

La madre, primer objeto del hombre y de la mujer.

El pecho nutricio, primer objeto erótico. El amor toma apoyo en la satisfacción de la necesidad de alimento y surge el deseo.

Pero ella no se contenta con alimentarlo, cuida al niño y despierta en el bebé muchas sensaciones físicas agradables y desagradables. Por los cuidados que le prodiga se convierte en su primera seductora Así es que la madre adquiere una importancia única, incomparable, permanente y pasa a ser para los dos sexos el objeto del primero y más poderoso de los amores, prototipo de todas las elecciones amorosas ulteriores, dice Freud: “Los niños de ambos sexos se funden en el único objeto materno”.
De acuerdo con esto el rechazo de lo femenino en ambos sexos se explicaría por esa condición originaria. Rechazo de la indiferenciación primitiva con el objeto. Se rechazaría el deseo de reencontrar ese objeto único, incomparable, permanente, causa de dependencia y pasivización.

Sin embargo, la separación de este objeto tiene consecuencias diferentes ya que en el momento del Edipo el varón reencuentra el objeto del mismo sexo que el objeto primordial y la niña debe cambiar de objeto, es decir renunciar a la investidura primitiva y volverse hacia el padre.

Considero que es preciso pensar en los dos aspectos de esta cuestión. Uno el placer de reencontrar y otro el influjo del que es preciso liberarse.

En este último caso el varón y la niña sobrevaloran el pene para luchar contra el retorno a la invasión pasivizante de la madre.

El ser mujer ¿es una cualidad de un género biológico o también podemos considerarla como idea cultural?

Es accesible el dato puro de la biología ¿será nena? ¿será varón? Ya no queda ni la incógnita de lo que es, se sabe por anticipado. Seguramente en no demasiado tiempo se podrá elegir.

Pero ¿qué hacer con el producto de la cultura? Y en esto está presente el decir de la cultura, es decir el discurso. Podemos reflexionar sobre el aspecto clínico de la femineidad y las dificultades que enfrenta la mujer en distintos momentos de su ciclo vital.

La diferencia anatómica en su pura materialidad carece de significación. En el relato del poster, ¿de quién es el poder? ¿De quién tiene o de quien dice que puede apoderarse? Se establece una línea demarcatoria.

Hay un espacio simbólico de la diferencia que se enmascara bajo el velo de las valoraciones imaginarias Si el niñito decía vos no tenes esto que yo tengo, mi Madre dice que con lo que yo tengo puedo tener de esos todos los que quiera, entonces esto que yo tengo, vos no lo tenes y además lo que tenes lo podés perder.

Creo que las impresiones más precoces, potencialmente más traumáticas, son generadoras de argumentos fantasmáticos. Tanto más importantes cuanto que tienen por objeto el cuerpo materno. Quiero destacar la importancia de las producciones psíquicas de la madre es decir los enunciados mediante los cuales habla del niño y de la niña y cómo le habla al niño y a la niña. ¿Y qué piensa del hombre? ¿Qué imagen del padre transmite a los hijos? La niña se orientará o no hacia el padre y ¿será así que establecerá la elección del objeto sexual, quedando definida o no su heterosexualidad? ¿Hoy podemos afirmar esto?

Pero heterosexual debe diferenciarse de la femineidad ya que hay mujeres que siendo heterosexuales no se destacan por su femineidad.

¿Pero entonces que es esto que llamamos femineidad? ¿Qué tiene que ver el cuerpo en esto?

Creo que, para intentar una respuesta, no podemos dejar de incluir el sistema de ideales de la mujer y que la femineidad esta en intima relación con este sistema.

¿Cuál es el lugar del hombre en la psiquis de la mujer? Freud dice que lo que constituye la masculinidad y la femineidad es una característica desconocida que la anatomía no puede captar, es imposible dar ningún contenido a las nociones de masculino y femenino (Conferencias del año 36).

Lacan por su parte dirá en entrevistas de 197: “en cuanto a definir qué es el hombre y qué es la mujer, el psicoanálisis nos muestra muy precisamente que tal cosa es imposible.”

Después de Freud la escuela inglesa describe la libido femenina desde la fase pregenital hundiendo sus raíces en la experiencia del goce vaginal.

Conocimiento o desconocimiento de la vagina era la cuestión.

En la actualidad nos encontramos con los avances de la ciencia y el tener que hacer nuevos cuestionamientos acerca de la influencia de estos en la constitución del aparato psíquico.

Lo que está en juego no corresponde al orden de la anatomía ni depositamos en la biología un veredicto último. Sabemos lo que el psicoanálisis nos ha enseñado, partiendo justamente de la sexualidad rebelde a la normativización: la sexualidad polimorfo perversa infantil.

Que la anatomía no es el destino lo encontramos en la totalidad del campo de la experiencia clínica, que desde la homosexualidad, pasando por el travestismo y el fetichismo, llega hasta las psicosis transexuales, estructuras que constituyen la prueba y el desmentir de cualquier aproximación ingenua.

La sexualidad obliga a replantear el estatuto del cuerpo que no puede ser simple y sencillamente asimilado a un hecho de la biología.