El arte de narrar historia. Había una vez…

Gabriela Schiavello, APA

[…] En algunas personas, el recuerdo de sus cuentos preferidos ha reemplazado a sus recuerdos infantiles propios; han elevado los cuentos tradicionales a la condición de recuerdos encubridores […]

Freud

“Los cuentos de hadas son más que reales, no porque nos dicen que los dragones existen sino porque nos dicen que los dragones pueden ser derrotados”

Gilbert K Chesterton

¿Qué somos los sujetos sino lo que contamos y decimos de nosotros mismos? Cuando tratamos de responder acerca de quiénes somos, esta pregunta acerca de nuestra identidad, comienza a escribir una historia. Todos somos narradores que estamos generando y re- escribiendo permanentemente historias. La identidad básicamente es una cuestión narrativa, es un relato, por esto podríamos decir que los sujetos somos como tramas y textos. Nuestra vida se organiza como una novela, “el cuento de la vida del sujeto”, ubicándonos dentro de una historia significante, en una escena en relación a distintos personajes, que conforma nuestra realidad psíquica.

Las narrativas intervienen en la construcción identitaria, modelan el acontecimiento produciéndolo, organizan la experiencia de la humanidad y de la subjetividad. La humanidad misma está constituida de Historia e historias que fluyen dentro de ella, acompañadas del “baño de palabras” de quienes las han ido narrando. Los cuentos se asemejan a nuestras “novelas personales”, creadas como guiones fantaseados de escenas organizadas y susceptibles de ser dramatizadas, donde el sujeto es siempre protagonista y forma parte de una secuencia organizada. (Laplanche y Pontalis, 1986)

Desde tiempos inmemoriales, las historias nos han permitido transmitir conocimientos, memorias y se han nucleado bajo principios ideológicos compartidos por una comunidad lingüística. Podemos referirnos también a la lectura como constitutiva de una función de contención en sí misma. El cuento en particular tiene una función organizadora para el niño y al mismo tiempo, abre un espacio en el que refugiarse, y desde allí crear, imaginar, fantasear ser otro viviendo otras historias.

Reconocidos filósofos y escritores se han referido a los cuentos de hadas (Marchen, Contés de Fées, Fairy Tales); para Goethe contribuyen a acelerar nuestra comprensión del misterio del destino del hombre sobre la tierra, siempre en forma original y sorprendente; para Rudolf Steiner son inestimables al acompañar el camino que los niños tendrán que recorrer durante su propia vida y darles fortaleza para enfrentarlo y el mismo Hans Christian Andersen se refiere a la vida misma como el más maravilloso cuento de hadas.

Los “cuentos de hadas” constituyen narraciones ficticias con personajes folclóricos (como hadas, brujas, ogros, príncipes, princesas, ayudantes mágicos, duendes, etc.) que se identifican con protagonistas y motivos arquetípicos en cada una de las historias, en términos de la reproducción de escenas universales de la humanidad.

Así como los sujetos estamos hechos de pares contrarios, los cuentos representan esta ambivalencia de nuestras vidas, como el bien y el mal, la agresividad y la ternura, el amor y el odio, la vida y la muerte, y en este sentido son instrumentos facilitadores para el desenvolvimiento emocional de los niños. Atraviesan situaciones y conflictos (personales, familiares y vinculares) obteniendo así una solución aceptable, en un desenlace más “feliz” (que a lo sumo culmina en un alejamiento, pero no en tragedia).

Con respecto al tratamiento del tiempo, la muerte suele aparecer precediendo el inicio del cuento como un “no estar” y el tiempo parece detenerse antes de un final en “y vivieron felices para siempre”.

Modeladores de los conflictos humanos universales en los que se motiva y de los que se nutre. Pensados como objetos intermediarios, narran historias que son activadoras de afectos y conflictos que los diversos argumentos enlazan al tiempo de abrir la oportunidad de tramitarlos resignificando versiones alternativas y originales. (Kachinovsky, A, 2016).

El niño, por su particular situación de desvalimiento, se encuentra ante angustias muy intensas; depende del otro en grado extremo. Por momentos siente que lo dejan en el más penoso abandono o que pretenden devorarlo, o esclavizarlo, transformarlo en un animal inofensivo o repugnante, expulsarlo, o quizás desconfía de aquel que lo salva quien puede ser también quien lo condene a exigencias difíciles de llevar a cabo. El escenario del mundo de la infancia está habitado por deseos incestuosos, parricidas, filicidas, amenazas, injusticias, abandonos, celos fratricidas, etc.

Parte de la aventura consistirá en develar cuál es la intención que lo amenaza y cómo salir de esa posición des- subjetivante mientras que con elementos mágicos encuentre sostén en figuras con las que pueda identificarse o que le hagan el legado de poderes o dones. El cuento de hadas expresa y propone una respuesta con sus peculiares características a esta situación de peligro, y será el protagonista del cuento quien encuentre por sí mismo el camino (Sahovaler, 2019)

La producción simbólica, entendida como una actividad representacional de carácter complejo, constituye una vía regia para acceder al funcionamiento psíquico de un sujeto, es decir, a aquellos aspectos dentro de nuestro psiquismo, que sostienen las propias modalidades singulares.

Los cuentos son textos que abren el juego y comparten con los lectores las resonancias de lo que se muestra, se asoma, se sugiere, se esconde. Fundamentalmente al escuchar de otro su narración, el niño realiza un recorte subjetivo rompiendo la unidad del texto a partir de la selección de partes, fragmentos, detalles.

Silvia Bleichmar (1995) sostiene que produce verdad aquello que entra en una red significante singular que posibilita que el sujeto se posicione de determinada manera y es éste aspecto, este recorte particular lo que funciona como lo acaecido en sí mismo.

Así, estos cuentos relatados de generación en generación, representarían fantasías organizadas como escenificaciones imaginarias de la historia infantil, resultando eficaces en su función de anticipar y desarrollar un relato organizado de los conflictos psíquicos que se dan en el crecimiento creando nuevos lenguajes, re significaciones y deconstrucciones de las historias que habitan nuestro mundo interno.

Bibliografía

  • Bleichmar, S. (1995) Cuando el aprendizaje es un problema, Ed. Miño y Dávila, Buenos Aires
  • Freud, S. (1913) Materiales del cuento tradicional en los sueños, AE XII.
  • Kachinovsky, A. (2014) El cuento infantil como objeto intermediario en la complejización del psiquismo. [Tesis doctoral] Repositorio Digital Institucional, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires
  • Laplanche, J.y Pontalis, J.B. (1983) Diccionario de Psicoanálisis, Ed. Labor, Barcelona.
  • Sahovaler De Litvinoff, D. (2019) Comentario al trabajo “Acerca de la eficacia e importancia de los cuentos de hadas en la constitución psíquica”, Gabriela Schiavello, APA, Buenos Aires.
  • Schiavello, G. (2019) Acerca de la eficacia e importancia de los cuentos de hadas en la constitución psíquica, inédito [trabajo de promoción a miembro adherente], APA, Buenos Aires
  • Steiner, R. Y Grahli, U. (2003) Sabiduría de los cuentos de hadas. Ed. Rudolf Steiner.