Un abordaje de lo femenino: Psicoanálisis y Arte

Gabriela Goldstein, APA

A propósito del video

¿En qué punto se entrecruzan Arte y Psicoanálisis dando lugar en la obra de Arte a algo de lo femenino? Un abordaje es el que propongo a partir del texto de Freud “Lo Ominoso” (1919) en relación con las artes visuales, el arte clásico y el arte contemporáneo, en especial con la obra de la artista argentina Nicola Constantino. Los conceptos psicoanalíticos que se desarrollan en dicho texto señalan recorrido y una mirada determinada de lo femenino.

En el principio, Venus

Venus, la diosa del amor, paradigma de la belleza de todos los tiempos inicia el relato. Esta figura es la naturaleza de lo bello femenino en sí. Descubre la estética bella de una época y la subvierte al mismo tiempo. Como la Venus de Willendorf y la Olympia de Manet. La pintura del nacimiento de Venus de Botticelli, también nos arroja hacia otra mirada de lo femenino que muestra que aún en lo bello aparece transfigurado en símbolo algo de lo siniestro. Venus, diosa del amor, nació de los genitales de Urano, cortados por su hijo Saturno y luego arrojados al mar. Botticelli en su pintura, se centra en el surgimiento de la diosa, del mar llegando a tierra impulsada por los vientos en medio de una lluvia de flores que simbolizan la fecundación del mar por el cielo… pero omite la castración. Si Botticelli oculta la castración, algo del movimiento de los cabellos de Venus al viento sugiere el pathos que también está presente en medio de la belleza, puesto que nos recuerda en el movimiento de las túnicas de la ninfa, lo que Aby Warburg, denomina pathosformeln, que da cuenta una tensión de las fuerzas del Pathos, no resuelta…la huella de una pulsión, lejana, que coexiste con la actualidad de lo bello. “Lo bello…no es sino el comienzo de lo terrible que podemos soportar”, dirá Rilke. Eso que la Venus oculta, la Medusa lo replica en forma ominosa: los cabellos al viento, ahora son serpientes, multiplicidad de símbolos fálicos de una belleza monstruosa femenina cuya mirada petrifica a quien la mira y lo transforma en estatua.

Lo bello y lo ominoso

El psicoanálisis abre el juego conceptual sobre estos temas en el artículo “Lo Ominoso” (1919) en el que Freud afirma que “Es muy raro que el psicoanalista se sienta proclive a indagaciones estéticas” puesto que el psicoanalista trabaja en otros estratos de la vida anímica, “ámbitos marginales” al estudio de lo bello. Sin embargo, Freud se interna en las profundidades de la palabra-concepto “Unheimlich” y da un giro que será piedra angular para una estética psicoanalítica moderna, y que da cuenta del fenómeno del arte y específicamente del arte contemporáneo. El texto de Freud es la apertura a una categoría estética, que más adelante desarrolló Eugenio Trías, en su libro “lo bello y lo Siniestro” (1982). La riqueza conceptual que Freud despliega en el texto es uno de los caminos para la lectura de un abordaje de lo femenino: lo bello y lo siniestro, el complejo de castración, la mirada y los ojos en relación a la castración, la mujer que es un autómata y lo inanimado, el doble, y la repetición de lo igual son iluminados en el arte por las obras clásicas y las de la artista contemporánea Nicola Constantino. Sin embargo, también surge desde otra de las acepciones de lo (Un) “Heimlich” la intimidad de lo femenino, que señala en lugar que siempre será añorado. El retorno al lugar de la primera morada… merece un final abierto puesto que más allá del narcisismo primario, da cuenta de un gran amor, perdido, el primer objeto de amor, el “otro prehistórico inolvidable” (Freud, 1895) al que nunca se podrá igualar.

La amenaza de castración y la mirada

Siguiendo un hilo conductor que propone la relación de lo femenino con la amenaza de castración, la Venus se transforma en Medusa, “La cabeza de Medusa” en la obra de Constantino y en la de Caravaggio imponen el horror y lo ominoso de esa mirada. “En las obras de arte, dice Freud, suele representarse el cabello de la cabeza de la Medusa en forma de serpientes, las cuales derivan a su vez del complejo de castración” por lo cual afirma, que el terror a la Medusa es un “terror a la castración relacionado con la vista de algo…” (1922 [1940]). Así La cabeza de la Medusa sustituye o aísla el efecto terrorífico del efecto de placer que produce la representación de los genitales femeninos…en el hombre. Esto que no se debe ver y amenaza en lo que falta, asume, en la obra un efecto apotropaico, que invoca y protege, y que más allá del pensamiento mágico protector revela que algo del fetichismo se pone en juego. Prueba de ello son los mitos puesto que “El estudio de los sueños, de las fantasías y mitos nos ha enseñado que la angustia por los ojos, la angustia de quedar ciego, es con harta frecuencia un sustituto de la angustia ante la castración… en definitiva el «complejo de castración»” (Freud. 1919). La mirada y el ojo asumen un lugar fundamental en relación a la angustia de castración, que la Medusa y la escena del famoso film “El perro andaluz” de Buñuel presentan como algo real. Lo ominoso freudiano expone en el núcleo del relato de Hoffmann la terrorífica significación del ojo y la mirada en relación a la castración.

La (el) autómata y el doble

Otro de los fenómenos que producen un efecto ominoso y que tocan algo de lo femenino es el que produce la autómata, en este caso Olympia, nuevamente una Venus en la cual algo de lo femenino inquietante aparece en la forma de una muñeca que se tiene movimiento, pero no tiene vida, un maniquí, un autómata. Este fenómeno remite a lo más primario del psiquismo en donde “…la “duda sobre si en verdad es animado un ser en apariencia vivo, y, a la inversa, si no puede tener alma cierta cosa inerte” produce sorpresa y horror “… Pero Olimpia es un autómata…” en el relato de Hoffmann aclara Freud. Esta inquietante transformación es la que el director de cine del expresionismo alemán Fritz Lang expone en el famoso film “Metrópolis” y que Nicola Constantino, “personifica”. Aquí el robot, autómata se transforma en una mujer sin principios, incitadora, temible. La dimensión subversiva del arte deja aparecer, algo de lo prohibido, o desmentido, en cierta forma velado. Otra Venus, luego, otra Olympia es la que pinta Manet y que “espanta” … y fascina a los espectadores de los salones de fines de 1800. La Olympia de Manet, es una Venus mitológica pintada como una prostituta parisina que reverbera en el motivo de las Venus yacientes reflejadas en la historia del arte produciendo un escándalo en los salones de 1865. Esos dos aspectos de lo femenino, la Venus y Medusa, la diosa pura y la prostituta recorren los tiempos desde una cierta mirada. Pero es otra la división que aparece como duplicación siniestra.

El fenómeno del doble, que presenta el texto freudiano como otro de los ejes conceptuales que constituyen un efecto ominoso es puesto en acto en la obra de Constantino en su envío para la bienal de Venecia. El clima espectral entre el espejo, y la mujer, el ideal y lo truncado. Otra muñeca aparece luego como su doble en su film “La artefacta”: el título pone en escena este fenómeno en el cual podríamos decir con Freud que “…se indagan los vínculos del doble con la propia imagen vista en el espejo y con la sombra, el espíritu tutelar, la doctrina del alma y el miedo a la muerte…” (Freud,1919). En la misma obra de la artista aparece su doble en forma inquietante, que la acompaña…hasta que nace su hijo, momento en que decide eliminar a la doble. Lo extraño de la otredad se transforma en la existencia de otro, lo ajeno en familiar y tiene lugar en la ecuación simbólica, con un hijo. Pero también es con el otro, que como semejante será parte de lo familiar, y parte de lo singular del prójimo que es un sujeto diferente.

La intimidad de lo femenino

Un universo de lo femenino que representa la maternidad, es muchas cosas más que el recorrido de la ecuación simbólica y la posibilidad de procrear, precisamente es la dimensión más potente de lo femenino que es crear. Y esto es la evidencia de un espacio propio de lo femenino, que se relaciona con cierta noción de intimidad. El espacio de la intimidad es indisociable del cuerpo y de lo femenino. Lo secreto, lo prohibido, un espacio en el cual hay cosas destinadas a permanecer ocultas. La sexualidad. Otra conceptualización del término se relaciona con estos espacios, familiares y extraños, pero también como lo dice Freud lugares de amoríos, amores ocultos, citas íntimas. La pintura “El cerrojo” de H. Fragonard es más que un espacio, un símbolo de lo femenino y su relación con la intimidad. ‘Se llama unheimlich a todo lo que, estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto… ha salido a la luz’ afirma Freud citando a (Schelling)». Esa intimidad que también muestra el cuadro de Vermeer, en escenas domésticas y en la atmósfera erótica de la creación en la cual la mujer como modelo, es objeto de la mirada y del arte del pintor. Pero la creatividad también es la esencia de lo femenino.

La creatividad y lo femenino

La mujer da cuerpo, en la maternidad, y en otro sentido da forma al cuerpo de la obra, como obra de arte. La trágica escultora Camille Claudel desafía los cánones de la época y asume lo femenino…y lo masculino de la creación en obra. Así como Constantino en su obra pone en escena fantasmáticas de lo femenino, casi siguiendo el recorrido freudiano en lo ominoso, en el que hay algo masculino. El cuerpo y lo femenino se presentan en obra, y participan en el hacer obra, en lo que se llama creación, y esta dimensión trasciende al género, se trata de algo de lo que genera, da vida a la materia desde lo sensible y lo inteligible. El elemento femenino, infaltable en la subjetividad para que el gesto espontaneo tenga lugar en la creación, y en la vida, siguiendo el pensamiento de Winnicott. En el origen del ser, hay algo de lo femenino. Cuyo destino será singular. Eso femenino del origen está en la prehistoria de lo humano. Hubo una Venus prehistórica llamada la Venus de Willendorf por el sitio donde fue hallada en Austria. Es una Venus Paleolítica de más de veintidós mil años de antigüedad que nos remonta a otra idea de lo femenino. La gran diosa madre nutricia, y también nos hace pensar en otras épocas y otras lógicas del Edipo, más allá del Edipo temprano. Pero volviendo al origen, Venus en el origen nos lleva a la gran obra de Courbet que llamó “El origen del mundo” de 1866. Nuevamente el escándalo que se produjo en el mundo del arte y de los observadores de la pintura sigue activo en la fascinación que ejerce aún hoy, en el Museo de Orsay el genital femenino, en primer plano. Es curioso el hecho de que uno de los dueños anteriores de la obra fue Lacan, quien lo tenía en su casa de campo hasta que volvió al Estado, al Museo de Orsay. Esa fascinación también retorna a nuestro recorrido del texto freudiano, la mirada y un abordaje de lo femenino: en el que Freud dice que “…con frecuencia hombres neuróticos declaran que los genitales femeninos son para ellos algo ominoso. Ahora bien, eso ominoso es la puerta de acceso al antiguo solar de la criatura, al lugar en que cada quien ha morado al comienzo.

Y ese comienzo, es el lugar del origen, que como “El origen del mundo”, y como entre adán y Eva, es otro origen del mundo que, en el psicoanálisis se inaugura y Freud retoma cuando nos recuerda en el final del escrito que: “Amor Es Nostalgia”.