Adolescencia y Criminalidad. Conflictos con la ley

¿Hay algún adulto acá?

Dra. Hilda Catz, APA

Sólo el juego jugado con el padre, el juego que gana el que pierde, le permite al niño conquistar la vía por la que se registra la primera inscripción de la ley”

(Lacan, S4, p.211)

Introducción

La delincuencia juvenil suele aparecer como una presencia amenazante y amedrentadora sobre el entorno. El victimario va desarrollando así una personalidad psicopática que deriva en comportamientos impredecibles, delictivos y/o asesinos. Altísimos niveles de narcisismo, incapacidad de culpa, desborde de la acción erótico-destructiva, casi nula capacidad de reparación, consumo de estupefacientes y desafiante burla ante toda figura de autoridad. Adolescentes desenfrenados, que reclaman mediante estallidos de furia, desde una perspectiva psicoanalítica, un límite, un freno, ante el miedo y el terror que los inunda. Y esa contención es la presencia de los adultos, de su función de confrontación, que en general están desaparecidos de la escena, ya sean los padres, la sociedad, la cultura, la ley, y/o el Estado.

Desarrollo

Si logramos hacer un espacio para reflexionar ante la fuerza disolvente y aniquiladora de este tipo de situaciones, podemos verlos como víctimas propicias, presos a «cadena perpetua» simbólicamente hablando, de un círculo infernal sin salida posible. “Huérfano” encolerizados, en una escena que necesita por su complejidad y extrema gravedad, ser estudiada desde diferentes vértices, como ser el económico, socio-cultural, legal, psicológico, e institucional.

Ante la carencia de guía y protección de la función paterna, ante la declinación de la misma, privados de orden y ley simbólica, se puede observar de que tratarán de suplir este déficit en el marco de grupos adolescentes sectarios, presididos por un subrogado paterno que hace las veces del proto-padre de la Horda primitiva a quien Freud describiera en Tótem y Tabú y que se posiciona como lo que se ha dado en llamar las nuevas tribalizaciones.

En general se trata de mayores de edad que perversamente abusan de ellos, y generalmente vienen a tratar de llenar ese vacío del padre como ideal. Toman el lugar para el sujeto de un yo ideal con el cual identificarse. Se aprovechan de su desamparo y los utilizan para sus fines convirtiéndolos en un instrumento manipulado a su servicio para acciones delictivas y/o criminales.

Ante la falta de ley, la ley de la calle, ante la ausencia de familia, la familia mafiosa que fusiona de manera indisoluble y siniestra al delito y al crimen, pero brinda unailusión de amparo, seguridad y certidumbre frente a la obsolescencia circundante.

Como dice Benuzzi (2009), «es una sociedad de “hermanos”, es una sociedad de sujetos carentes de valores éticos, los vínculos que prevalecen «son vínculos pasionales, incestuosos, cargados de agresividad especular (“yo o el otro”)». Como expresiones inequívocas del efecto devastador que genera la ausencia de la Ley que los inscriba en una socialización posible y pasible de intercambios estables.

Hace más de treinta años, un psicoanalista alemán, Alexander Mitscherlich, publicó un libro llamado «Sociedad sin padre», en el que hace un análisis de lo que puede ocurrir en una sociedad sin padre, y habla de desorganización, violencia, adicciones y aumentos en la tasa de criminalidad. Hizo un estudio de que la Tasa de homicidios y crímenes violentos cometidos por menores de 20 años aumenta al elevarse el porcentaje de familias sin padre, controlando estadísticamente el efecto de otras variables como, nivel socioeconómico, raza y tamaño de la comunidad.

Además hay que tener en cuenta de que el padre se puede mantener como garante de la Ley, solamente si el imaginario social lo considera como tal.

En las sociedades posmodernas , éste lugar cae, como acontece en la actualidad y al debilitarse la red que da sustento a la figura de autoridad, el Padre se desvanece, perdiendo en el acto su eficacia simbólica, hecho que puede observarse en todas las clases sociales.

En su extraordinario ensayo El complejo de Telémaco, el psicoanalista italiano Massimo Recalcati señala que hoy no se puede hablar de complejo de Edipo porque no hay padre con el cual competir, al cual oponerse o matar. El padre ha desertado de su lugar simbólico (también del físico) y con él desaparecieron el legado, la norma, la guía y, dice Recalcatti, la ley de la palabra. Ausente el padre, en nuestra cultura nace el complejo de Telémaco.

El hijo de Ulises, que otea el mar ansiando el regreso de su padre, que partió hacia la guerra de Troya. Telémaco lo espera para que restaure la armonía, donde se impuso el caos, ya que todos destruyen el reino de Itaca, pero para regresar Ulises deberá sortear todo tipo de peligros y tentaciones, pero lo guía la misma ansia de reencuentro que hace a su hijo salir a buscarlo. (La Odisea, citado por S. Sinay).

El filicidio del que hablaba Rascovsky se consuma hoy por el contrario, en un padre-hijo-adolescente extraviado, un padre débil que ha dejado vacío el lugar de quien encarna la «ley de la palabra», está perdido y se niega a volver, por lo que
no hay legado posible. La función paterna diluida, da lugar a la ilusión de que todo es posible, crea la falsa sensación de libertad, y así manipulados por falsos profetas, sin ideales se arrojan a un goce vacío y mortífero.

Algunas Conclusiones

Segun Bourdieu el habitus implica el proceso mediante el cual los sujetos interiorizan lo social, porque funciona como principio generador y estructurador de prácticas culturales al constituirse como lugar de incorporación de lo social en el sujeto, donde a pesar de su determinismo relativo, goza de un carácter flexible:

“El habitus no es el destino, como se lo interpreta a veces, no obstante ser producto de la historia, es un sistema abierto de disposiciones que se confronta permanentemente con experiencias nuevas, y por lo mismo, es afectado también permanentemente por ellas. Es duradero, pero no inmutable”

(Bourdieu, 1992: 109).

Y es en ese sentido que las organizaciones de la calle podrían, según algunos autores, con un trabajo social mediatizador, canalizar también valores positivos, o sea, la posibilidad de dejar de criminalizar las «bandas» y analizar las prácticas violentas en profundidad que es lo que una buena intervención social tendría que trabajar, y no fluctuar entre la indiferencia y el autoritarismo. No estigmatizarlos, pero tampoco dejarlos fuera de la Ley donde haría falta con urgencia un dispositivo instrumentado desde la ley y el Estado, desde distintos vértices, absolutamente imprescindible e impostergable. En “El señor de las moscas” William Golding, cuenta como un grupo de niños que quedan sin adultos a cargo, organizan una sociedad en una isla solitaria, y reproducen toda la violencia, en esa sociedad de «hermanos huérfanos». Al final del libro al llegar a la playa el capitán de un barco para rescatarlos se encuentra con dos grupos de chicos matándose entre ellos, y pregunta: ¿»Hay algún adulto acá»?

Y esa es la pregunta que todavía espera una respuesta, un desafío que nos confronta cada día con la desesperanza, y con la peor de las violencias, como dice Baudrillard: «La violencia incandescente de la indiferencia».

«La verdadera función del padre (…) es fundamentalmente unir (y no poner en oposición) un deseo y la Ley”

(Lacan, Escritos, p.321)

Bibliografía de referencia

  • Benuzzi, K. (2009). Familia y función paterna en la actualidad. (trabajo final integrador). Departamento de Psicoanálisis. Universidad John F. Kennedy.
  • Baudrillard J., Morin (2003)E. «La Violencia del mundo» Edit. Libros del Zorzal.
  • Bourdieu P. (2011) «Las estrategias de la reproducción social» Edit. S.XXI
  • Catz, H. (2005). La piel del trauma: acerca de los tatuajes, el «piercing» y las escarificaciones, Congreso en Rio de Janeiro de la Asociación Psicoanalítica Internacional, IPA Congress, Rio de Janeiro 2005 Panel sobre tatuajes, presentación de la investigación a través de un caso clínico.
  • Catz, H. (2011). El trauma en la piel, Tatuajes, de las cicatrices mortíferas a las Marcas Simbolizantes, Revista de Psicoanálisis- Asociación Psicoanalítica Argentina, LXVIII, nro. 4, Bs.As
  • Golding W. (1954) «El señor de las moscas» , 1954 Faber & Faber, Ltd. © 1975 Alianza Editorial S. A.
  • Sinay S. (marzo 17 2017) Complejos «La Procesión de los ciegos», pág.34, Perfil Ideas
  • Rascovsky A. (1973)»El Filicidio» Ediciones Orion
  • Porzio, L. y Giliberti, L. (2009). Espacio público, conflictos y violencias. El caso etnográfico de las organizaciones juveniles de la calle. Violencia y salud mental. Salud mental y violencia institucional, estructural, social y colectiva. Madrid: AEN.
  • Recalcati M (2017). «El complejo de Telémaco» padres e hijos tras el ocaso del progenitor. Edit. Anagrama