Una apuesta al futuro

Leticia Glocer Fiorini, APA

Pensar en un aniversario implica abordar el pasado y el presente con una perspectiva de futuro. Esto supone, en el campo psicoanalítico, evitar una posición nostálgica que congele la riqueza de ese pasado. Por el contrario, se trata de reflexionar sobre el pasado y el presente para poder iluminar el lugar del psicoanálisis en las sociedades contemporáneas con una mirada prospectiva.

Como ex presidenta de la APA (2013-2016) he compartido con los colegas de nuestra gestión los lineamientos que hemos considerado más adecuados para pensar en un psicoanálisis contemporáneo, en consonancia con los desafíos que se presentan en las culturas actuales.

Indudablemente, esto no sería posible si no pensamos en los orígenes del psicoanálisis en la Argentina. Hay dos aspectos a destacar: uno, es el aporte de los fundadores de la APA y de tantos otros que han contribuido al crecimiento y expansión del psicoanálisis. Los sueños en Garma, el filicidio en Rascovsky, maternidad y femineidad en la obra de M. Langer, los aportes sobre psicoanálisis aplicado de Cárcamo, así como las propuestas sobre psicoanálisis grupal e institucional de Pichon-Rivière; luego, la teoría del campo de los Baranger, los estudios sobre comunicación de Liberman, los trabajos de Bleger que apuntan a una expansión del psicoanálisis, así como de tantos otros que han contribuido en forma seminal a un desarrollo en crecimiento constante del psicoanálisis. Recordemos a Racker, Alvarez de Toledo, Arminda Aberastury, García Badaracco, Etchegoyen, Cesio, en una larga lista que llega hasta el presente.

A esto se unió un proyecto de difusión a la sociedad, y en especial a la Universidad, que merece destacarse ya que diferenció al psicoanálisis surgido en Buenos Aires, de muchas sociedades psicoanalíticas de otras regiones.

Pero, como señalé, para que esta riqueza de los orígenes no se convierta simplemente en una conmemoración formal, es necesario “hacer trabajar el psicoanálisis”. Esto nos conduce a resaltar el aspecto creativo, poiético, de búsqueda de lo inédito, que caracterizó a la obra fundacional freudiana. Implica pensar en un psicoanálisis que tome en cuenta los desafíos de la época para poder sostener el amplio bagaje teórico-clínico en movimiento, en expansión constante. Se trata de trabajar con efectos recursivos entre lo ya dado y lo por-venir.

Actualmente, el psicoanálisis ya no es solamente el que se desarrolla en la APA. Hay otras sociedades psicoanalíticas de la IPA y también por fuera de la misma. Hay una pluralidad de tendencias, teorías y prácticas y, para nosotros, se trata de incluir esa pluralidad en nuestra institución para promover debates necesarios.

El pluralismo es, justamente, una marca de la Asociación Psicoanalítica Argentina. La coexistencia de distintas teorías: freudiana, posfreudianas y contemporáneas, abre la posibilidad de dialogar desde diversas perspectivas y eso hace a la riqueza de la institución. No se trata de una coexistencia indiscriminada sino de construir un espacio que permita abordar las diferencias y trabajarlas.

Nuestra pregunta siempre fue: ¿Es suficiente con aplicar siempre las mismas respuestas a lo nuevo? Creemos que no. Hay aspectos teóricos y clínicos para repensar que provienen de desafíos vinculados a la construcción de subjetividad en el marco de la cultura virtual, tecnologías nuevas, Internet, así como problemáticas de género, violencias de todo tipo, variantes en las presentaciones clínicas y los poderosos efectos de la globalización en las subjetividades, entre otros.

Frente al interrogante planteado, consideramos que el psicoanálisis tiene suficiente densidad para sostenerse por sí mismo y, esto abre las puertas para poder revisar nuestra praxis, en el contexto de las problemáticas que proponen las culturas actuales.

Sabemos que la escucha nunca es objetiva frente a una “realidad” sino que siempre está limitada por las teorías de las que disponemos. Ampliar la escucha significa poder escuchar algo más que lo que entra confortablemente en nuestros casilleros teóricos. Implica revisar la teoría y la clínica en un ida y vuelta permanente.

En este contexto, la idea eje de nuestra gestión fue trabajar en el marco de la coexistencia de los aportes fundamentales de Freud con los desafíos que se presentan en la actualidad. Repensar nuestras herramientas teóricas y clínicas frente a la pluralidad de teorías, la diversidad de prácticas y el tipo de consultas que se están recibiendo. Esto significa pensar también en el impacto que el contexto discursivo-cultural ejerce sobre las subjetividades.

En esta línea, consideramos imprescindible incluir la noción de acontecimiento, y diferenciarlo de lo epocal.

Entendemos que el concepto de acontecimiento, en el sentido de Deleuze y Badiou, aporta elementos para pensar en lo novedoso, en lo inédito, en lo que no está previsto en nuestro esquema referencial. Aquello que sorprende.

La cuestión a debatir es, como señalé, si esas problemáticas se incluyen en lo ya sabido, en saberes previos; es decir, si la teoría se constituye en una Weltanschauung omniexplicativa que fagocita lo nuevo y lo transforma en lo ya conocido o si debemos iluminar esa frágil relación entre los hechos y los conceptos, entre la práctica y la teoría, dejando un espacio de interrogantes, de apertura, de detección de impasses y escotomas. Este es un punto donde se localizan algunas de las más poderosas resistencias del analista. Señala Deleuze, en su crítica del platonismo, que el acontecimiento, como emisión de signos, desborda a las representaciones, a los conceptos. En este sentido, pensar en las problemáticas de la época no significa enfocar solo los desafíos que el mundo exterior impone, muchos de poderosos efectos imaginarios, simbólicos y en lo real, sino que también implica pensar con qué instrumentos se procesan, con qué herramientas se piensan. Es decir, que el sujeto siempre está implicado.

Hacer foco en cómo los hechos interrogan a la teoría es uno de los grandes legados del pensamiento freudiano y esto implica ampliar los límites de la escucha más allá de lo que ciertos esquemas prefijados le imponen. Se trata, en ese trayecto, de expandir el cerco de lo real así como la relación con la otredad. Si la teoría no funciona como un sistema abierto se convierte en un centro de poder que clausura el trabajo de pensamiento.

De esto, creo, se trata un psicoanálisis en movimiento, como surge de la obra freudiana y de los psicoanalistas que construyeron el psicoanálisis en la Argentina. Un psicoanálisis pensable como un itinerario, una cartografía, capaz de generar ese espacio de libertad posible y de cuestionamiento necesario en todo proceso de subjetivación. Al decir de Kristeva, un psicoanálisis en re-vuelta.