Envejecimiento y destitución generacional

Osvaldo Bodni, APA

Desde hace unos años se viene observando un cambio poblacional en la consulta psicoanalítica. La extensión médica de las expectativas de vida ha dado lugar a que cada vez más las personas mayores puedan y deseen beneficiarse con el psicoanálisis. Hemos advertido además que la transmisión de una generación a otra, siendo una de las tareas fundamentales de la especie humana, puede ser fuente de problemas psicopatológicos difíciles de resolver a partir del notable envejecimiento demográfico actual. Como consecuencia se han abierto perspectivas para nuevas conceptualizaciones respecto del eslabonamiento generacional, produciendo desarrollos teóricos y clínicos actuales, esencialmente relacionados con una pulsión de transmitir.  

Siguiendo las argumentaciones de Freud, (1920) éste señaló que en algún momento la vida evolucionó hasta un estado multicelular, que requiere oxígeno. Este con el tiempo produce un estrés oxidativo en todos los seres vivos. Por esta razón la supervivencia de las especies apela a una renovación periódica de todos sus ejemplares, produciendo réplicas en cada generación, y transfiriéndoles una memoria de sus estructuras, sus funciones y sus comportamientos básicos. La peculiaridad humana es la carga de transmitir una memoria cultural extensa que no cabe en los códigos genéticos, proceso que se cumple con una transferencia de los más viejos a los más jóvenes lenguaje mediante. 

Así cada ejemplar de la especie está genéticamente preparado para ser hablante y transmisor, con un comportamiento primero de recepción y luego de transporte del plus de memoria cultural y de las destrezas adquiridas. La réplica humana exige una pulsión para la transmisión estructurante. (R. Kaës, 1995). También en los aportes de P. Aulagnier (1975), se sugiere un contrato, que determina el carácter activo y pulsional de la transmisión, por eso habla de una voz que proseguirá en cada grupo con el discurso de los que desaparecen. Para Freud la pulsión de vida culmina en “morir cada uno a su manera” (1920), esta idea, libertaria, por cierto, también alude a una tarea concluida, que podría traducirse en “envejecer y transmitir cada uno a su manera”. 

Ferenczi sugirió en una carta citada por Freud, (1925), que la importancia del falo es simbólica de su poder generativo. Así la amenaza de castración presupone en realidad la destitución y la angustia por un destino de intrascendencia. (Bodni, 2016). 

Para Freud (1914), el “plasma germinal” inmortal descubierto por August Weisman (1893), (hoy reconocido antecedente del ADN), busca un anfitrión para reproducirse, “a cambio de un premio de placer”, sin embargo, cuando necesita una metáfora para explicar este concepto biológico, utiliza una unidad de transmisión cultural: “el mayorazgo”. (A.E. XIV, pag.76). En la naturaleza biológica, cuando surge una variante, si no se replica a sí misma no superará su generación. En cambio, el mayorazgo es una creación sociofamiliar, pero si no se replica a sí misma tampoco superará su generación. El hijo mayor como heredero replicará las epopeyas del fundador.

De esta manera es como Richard Dawkins (1976) enunció el concepto del replicador. Freud decía lo mismo en su primer trabajo sobre el Narcisismo, la sexualidad es un dispositivo de transmisión. (Bodni, 2013) Es la forma de perdurar a través del objeto sucesor, convertido en anfitrión hospitalario para nuestra memoria.  

La importancia del futuro en la vejez se ha trabajado menos que la del pasado. En lo social el tema es denunciado desde otras vertientes, por ejemplo, algunos economistas que han investigado sobre la distribución de la riqueza mundial subrayan que los adultos mayores antes de morir tienden a consolidar su fortuna para los herederos. Tal como en el ejemplo freudiano del mayorazgo. Ahora bien, el envejecimiento actual es muy prolongado y ha determinado una paradoja: Tras una vida entera de capacitación la experiencia debería representar un gran valor de cambio, pero si esta oferta de saber acumulado es devaluada, sólo puede sostener la oferta para el sucesor convertida en un bien cuantitativo, convertida en capital.  Vale decir:  la reducción de los bienes a su valor monetario soluciona la paradoja, pero al precio de devaluar la historia familiar (Bodni, 2013). Un ejemplo cotidiano es la conversión en dinero de los viejos valores de familia, despojados de su historia cultural, así se habla de “vender las joyas de la abuela”. Con frecuencia un pacto familiar de denegación lleva a silenciar el dolor de esta devaluación de la historia, y ahí es necesario trabajar sobre estas defensas patógenas, para permitirle al paciente reconocer el sufrimiento y disminuir el pasaje a una lesión somática. 

Un factor a tener en cuenta en este problema generacional es la temporalidad. Zigmund Baumann (2000), escribe sobre la aceleración de los flujos de cambio en los saberes, que se convierten muy rápido en obsoletos desvalorizando las capacitaciones. El escenario de la longevidad es una sociedad muy robotizada, con caída del trabajo humano y millones de personas vendiendo servicios en cordones urbanos de mala calidad. Aquí se producen las rupturas del eslabonamiento generacional, compitiendo y sosteniendo el fantasma de la destitución. 

Un punto fuerte en el modelo es la contradicción entre el carácter pulsional de la transmisión activa, y los obstáculos que impiden su descarga. La hipótesis nos sugiere un relator fundamental, que necesita sostener una ilusión de perduración en la memoria del grupo. En este sentido los objetos personales siempre tienen historia, y a veces se trata a cualquier costo de darles un destino; sabemos que la narración, la docencia, la transmisión de un recuerdo, el testar la fortuna, son actos de sentido legatario, produciendo la futuración a la que se transportarán los rasgos culturales.  La transmisión se potencia con los años, coincidiendo con la claudicación de otras destrezas, pero en una expectativa corta de vida los sobrevivientes eran pocos, idealizados como monumentos vivos. Algunos ceremoniales religiosos todavía dan cuenta de aquellas costumbres, cuando los mayores presiden la mesa familiar y responden las preguntas de los niños. 

En cambio, el desarrollo de la medicina ha creado un envejecimiento poblacional muy prolongado, con enfermedades clásicas que eran muy graves y ahora pasan a la cronicidad y modifican estas costumbres. Los antiguos relatos se reiteran mientras son más largos los años de vejez, y con la extensión de la vida la transmisión puede convertirse en una descarga pulsional tediosa o disruptiva, que lejos de generar una escucha induce defensas frente a la saturación. Como consecuencia el lugar de los mayores en el grupo es discutido, de modo encubierto o no, trátese de la familia o de instituciones, y la consecuencia tiende a ser la neurosis actual. Se presenta como estados de duelo doloroso, aislamiento, sentimientos de tedio y soledad, crisis de angustia, o por fin el colapso somático. 

Hoy se nos hace posible un mayor protagonismo en este ciclo vital. La prolongación extensa de la vida ha producido un cambio político estructural, con los mayores bloqueando el avance de los más jóvenes, usufructuando bienes, y ocupando lugares que éstos necesitan. (Ban Ki Moon, 2007) Pero muchas veces los mayores claudican, sufriendo crisis desidentificatorias cuando su capital de experiencia todavía podría ser eficaz.  (Baranger, W. Et al., 1989.) El envejecimiento constituye un factor desencadenante dentro del proceso patológico descripto por Freud, y sin duda se articula complementariamente con las erogeneidades propias y las predisposiciones sociales. 

La extorsión del amor es una de las formas más insidiosas de las patologías de familia. Poco a poco el sujeto va quedando al margen de la vida cotidiana de la familia, de la institución, de la empresa. Los abordajes vinculares son un recurso útil para desmantelar estas situaciones, y la propuesta clínica es considerar la tendencia pulsional a la transmisión, prestando atención al efecto de misión bien concluida, evitando el efecto de asignatura pendiente. (Efecto Zeigarnik, Bleger J. 1963) (Bodni O., 2013)

En estas reuniones familiares el grupo podrá hablar de los ejemplos de vida recibidos, y puntualizar el destino trascendente de los enunciados transportados. Se ayudará al paciente a reconocerse en discursos y proyectos de sus sucesores, y así podrá percibir señales de la transmisión, del respeto y del amor. Aun en los cuadros dolorosos, por lo inevitable de los duelos o las pérdidas de calidad de vida, siempre se podrán rescatar y subrayar los testimonios de una delegación generacional suficientemente buena. 

En síntesis: 

  1. Ningún enunciado podrá transportar la totalidad de los emblemas identificatorios.
  2. Aceptados los límites de la transmisión y la renuncia a una omnipotencia enunciativa, los relatos serán fragmentos de historia que darán cuenta de una selección de lo posible. 
  3. Este abordaje se facilita contando con una teoría de la transmisión cultural que, de cuenta de la función narrativa, de su inhibición y de su frustración, permitiendo un refinamiento de la escucha. 
  4. En la trama de las tradiciones y las historias mal contadas existe un plus de entropía, de pérdida. El duelo por las identificaciones perdidas debe elaborarse y la intervención clínica, personal o vincular, podrá señalar cuánto ha sido escuchado a pesar de todo. Probablemente esta sea la más amigable posibilidad de aceptar la muerte.

Bibliografía

  • Aulagnier, P.  (1975) La violencia de la interpretación.  Amorrortu Editores, Buenos Aires.
  • Ban Ki Moon, «Estudio Económico y Social Mundial 2007”. “El desarrollo en un mundo que envejece”, Ed. ONU, N. York, 2009
  • Baranger W.; Zak de Goldstein R.; Goldstein N. (1989) Acerca de la desidentificación. Revista de psicoanálisis APA.
  • Bauman, Z. (2000) Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica Argentina.
  • Bleger, J. (1963) “Psicología de la conducta”, Buenos Aires, Ed. CEAL
  • Bodni, O. (2013) La delegación del poder en el envejecimiento humano. Teoría del legado e investidura del sucesor. Buenos Aires. Psicolibro, A. Paidos, 2014.
  • Bodni, O. (2016) “Diario de la Guerra del Cerdo. Epílogo” Revista de Psicoanálisis. APA, N3.
  • Dawkins, R. (1976) The Selfish Gene. Oxford University Press, Oxford. (hay traducción)
  • Freud, S. (1914c) Introducción al Narcisismo. XIV, A. E. 
  • Freud, S. (1920) Mas allá del principio del placer. XVIII, A. E. 
  • Freud, S.: (1925) “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”, 
  • Kaës, R.  (1995) El sujeto de la herencia en Transmisión de la vida psíquica entre generaciones.  
  • Weismann, A. (1893) The germ-plasm, a theory of heredity. Londres.