Poliamor

Nuevas expresiones vinculares del amor en parejas ampliadas

Marta Lago (APA)

El poliamor es una variedad del amor contemporáneo que supone amplias e inéditas formas de relacionarse amorosamente con los otros; es un proyecto de vida que implica el involucramiento amoroso y sexual con más de una persona, en supuesto respeto de la plena autonomía y libertad del sujeto pero que, como se verá, supone también pacto y exigencias.

Este término fue acuñado a finales de la década de los años por la líder de una comunidad neopagana de California, Morning Glory Zell. Ha habido formas ampliadas de la vida amorosa en otras épocas, una de ellas fue la comunidad de Oneida en Nueva York, en 1800, pero sólo fueron experiencias aisladas y semiclandestinas dada la moral vigente en la época.

Los poliamorosos piensan que las relaciones de poder se tejen en el ámbito privado y llegan al ámbito público a través del paradigma de la monogamia. El poder de los poliamorosos aparece como una nueva forma de resistencia frente a la obediencia de una única modalidad exigida en el modelo tradicional monogámico.

Hay una variopinta cantidad de entrevistas, artículos, ensayos, una mercadotecnia que estimula el poliamor como un estilo de vida basado en la “libertad” y en una apropiación diferente del cuerpo, pero ¿cómo se asumen los pactos que se dan en el poliamor? ¿son diferentes los pactos de los poliamorosos de los pactos de la monogamia? Tal vez, no podemos asegurarlo, podemos pensar que los pactos son semejantes pero vestidos con ropajes diferentes.

La sexualidad humana es un fenómeno observado desde varias perspectivas diferentes y desde distintas disciplinas biopsicosociales. Los datos disponibles respecto de la monogamia son escasos, si pensamos que hace setenta mil años los llamados homo sapiens empezaron a formar estructuras complejas llamadas “cultura” y que al desarrollo de éstas se le llama historia.

En la antigüedad, en términos generales, se caracterizó por un pacto entre las parejas en el cual había una fuerte permisividad para el varón y exigencia de virtud, fidelidad y procreación para la mujer, que ajena al espacio público, quedaba relegada al ámbito privado familiar. En el medioevo y bajo la fuerte influencia del cristianismo en occidente se mantuvieron los pactos monogámicos pero legalizados ante Dios y por la Iglesia. Con el Modernismo hay reformas importantes. Richard Tarnas en el texto La pasión de la mente occidental (1991) dice que en la cosmovisión moderna aparecieron las tres R: El Renacimiento, la Reforma y la Revolución Científica, que si bien produjeron cambios sustanciales en el pensamiento, sólo verificaron relativos cambios respecto a la rigidez del pacto matrimonial.

En 1856 nace Sigmund Freud quien escandalizó a la sociedad puritana y burguesa con la nueva teorización acerca de la sexualidad humana que superaba las limitaciones de la reproducción y se manifestaba desde la primera infancia. El psicoanálisis se convirtió en una especie de epifanía del siglo XX porque habló de una arqueología de la psique que develaba los sueños, las fantasías, el inconsciente, el complejo de Edipo y las pulsiones. Freud no dejó de lado lo social y escribió artículos como Psicología de las masas y análisis del yo, El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura y otros. Al final de sus días reconoce su regreso al interés por los problemas culturales.

Retomando la hipótesis de este trabajo acerca de los pactos en el poliamor y la monogamia, nos detendremos en la palabra pacto que según los diferentes diccionarios consultados, se trate del diccionario ideológico de la lengua española de J. Casares o el diccionario etimológico de la lengua castellana de J. Corominas, la palabra pacto sirve para explicar la relación entre dos o más personas sujetas a una ley que los reglamenta. En la obra de Sigmund Freud no aparece esta palabra, pero sí la palabra vínculo y en 1921 en Psicología de las masas y análisis del yo dice que todos los vínculos humanos tienen el derecho de llamarse fenómenos sociales. Por otra parte, se podría pensar que los vínculos son la base de los pactos.

En cuanto al amor y sus derivados hay varios artículos en su obra que hablan de este afecto. Y hay dos ideas que pueden pensarse en lo que hace a los pactos amorosos siguiendo las ideas de Freud: una de ellas es la nerviosidad que siempre genera la cultura por la represión de una sexualidad completamente placentera, y la otra, es que la satisfacción plena no se logra nunca ni en los pactos monogámicos ni poliamorosos porque la insatisfacción es constitutiva del ser humano.

Si en los pactos de la monogamia había un poder coercitivo representado por los miembros de la pareja y por las instituciones a través de contratos explícitos o implícitos y donde el amor jugaba con los encubrimientos, seducciones, máscaras, ilusiones y fantasías que aumentaban la tensión erótica, en los pactos de los poliamorosos se debe renunciar a las ambigüedades, la pareja debe someterse a la transparencia, a una mayor “libertad” e igualdad contractual, hasta, tal vez, eliminar a Eros, promoviendo un desnudamiento sin límites, ajeno al placer (pornografía del amor). Los poliamorosos se someten en la sociedad del rendimiento, a los dictados del mercado, se rinden ante las leyes del intercambio económico del modelo capitalista y creen encontrar una manera de liberarse de las cadenas de la regulación monogámica.

Los participantes de las relaciones poliamorosas, en búsqueda de un ilusorio “poder hacer todo”, erosionan al otro distinto y se dan el “permiso” de pactar con diferentes parejas para encuentros amorosos pero según la modalidad del mayor rendimiento sexual.

No es mi intención emitir juicios morales acerca de los pactos amorosos, simplemente dar a conocer mi opinión ingenua acerca de este nuevo fenómeno llamado poliamor.

Mi propuesta no es volver a un pasado “ideal” en que la mayoría de los pactos amorosos nos sentenciaban a “ser fieles a nuestra pareja y estar juntos hasta que la muerte nos separe, ni tampoco caer en engañosas libertades que prometen vivir en un constante “aquí y ahora”, una “abrumadora actualidad”, que no por ello significa mayor libertad.