“Parentalidades, Filiación y sexuación”

Eva Rotenberg, APA

Antecedentes 

El Psicoanálisis como teoría y los psicoanalistas como especialistas en la sexuación, se ven confrontados con la necesidad de problematizar la sexualidad humana dado la diversidad de identidades de género y de elecciones de objeto, que no estaban pensadas, ni representadas dentro de la teoría, salvo como patología. Nos vimos sorprendidos por manifestaciones en la cultura, la acción de la ciencia sobre el cuerpo, transformándolo y abriendo posibilidades de gestación antes impensables. Asistimos a multiplicidad de identidades sexuales actuales, presentaciones polimorfas, mostrándonos siempre que el conocimiento nunca es totalmente abarcable. La identidad de género vuelve a confirmar la realidad psíquica más allá de lo real.

Funciones Parentales y Sexualidad.

El tema que nos convoca, nos lleva a pensar la estructuración psíquica y la construcción de la identidad sexuada, y a salir del solipsismo intrapsíquico que llevó a pensar las pulsiones como excitaciones nacidas en el interior del cuerpo que se despiertan desde el otro.

Asistimos a una diversidad de ‘formas de constitución familiar”: monoparentales, heterosexuales, del mismo sexo, padres por donación de esperma, o adopción de óvulos, vientre subrogado, y otras. Pero hay una necesariedad, según mi forma de pensar, que se sostiene para que el bebé pueda subjetivarse. Me refiero a las Funciones Parentales como actos psíquicos.

La Función Parental por excelencia, es aquella que permite que el hijo/a devenga con un sentimiento de sentirse sujeto; para que esto sea posible hay diferentes actos psíquicos que se ponen en juego en las interdependencias entre padres e hijo/a. Actos psíquicos fundantes en el desarrollo de la mente del bebé y del niño/a, con preponderancia del amor (aunque no es suficiente), que marcarán la posibilidad de integración del Yo y luego de la integración psique soma (Rotenberg, 2014, 2017). Cuando estas Funciones fallan, la posibilidad del advenimiento del ser vacila. Esto nos conduce a pensar la importancia de las Funciones del otro significativo en la construcción del sí mismo, que incluye una posición identitaria sexuada. 

Postulo que la Función Parental desempeña diferentes actos psíquicos fundantes, no solo ambos soportes: el sostén del ser y la Función de Terceridad y Reconocimiento, que no se corresponde con el sexo biológico y que puede ser fija o alternada en la pareja. Son varios los actos psíquicos fundantes del psiquismo del hijo, estos pueden ser desempeñados por personas con diferente orientación sexual. Freud no trabajó con bebés y niños, por lo tanto considero que no llegó a explicar suficientemente la complejidad de la estructuración mental temprana y los efectos de las fallas. 

El bebé tiene necesidades: no solo la satisfacción del hambre, sino el contacto corporal, un apego seguro, reconocimiento, libidinización. Estas necesidades dependen del adulto, no son simplemente acciones, sino que devienen actos psíquicos (Rotenberg, 2014). 

El pasaje del autoerotismo al narcisismo (Freud, 1914/1992c) precisa de un nuevo acto psíquico: el Yo (Rotenberg, 2014, cap. 2), pero ¿cómo se organiza? ¿Cómo se integra? Laplanche (1996) dice que es la madre la que despierta la pulsión. Personalmente quiero destacar la importancia del reconocimiento mutuo como función subjetivante, cumpliendo la Función de Terceridad y Reconocimiento. 

Es decir que no solo busca la vivencia de satisfacción, la necesidad del reconocimiento, es mutua, se trata de devolver una mirada, un deseo que los haga sentirse sujeto de un deseo del otro, para ambos: progenitores y niño/a (Rotenberg, 2014, p.46), aunque sabemos de la asimetría. 

Esto nos conduce al Estadio del Espejo que postula Jacques Lacan (2009) y a la madre o sustituto, como primer espejo para el niño, como nos señalara Donald Winnicott (1975/1979). La metáfora de Lacan nos muestra por un lado, que el Yo se constituye de manera imaginaria ya que el bebé cree que está del otro lado del espejo y depende de cómo es visto por el otro significativo. La madre como espejo incluye los deseos y fantasmas maternos/paternos, es una metáfora que nos muestra que el sujeto humano está conformado no solo por el otro, sino por el otro con sus otros. «Tanto para Lacan como para Winnicott, está implicada la ineludibilidad del otro con su compromiso libidinal» (Rotenberg, 2014, p.47). ¿Qué sucede si la madre/padre, no ven a su hijo/a?, ¿o, por ejemplo, cuando lo miran ven a un hijo que ha fallecido?, ¿cómo se constituye el sentimiento de sí? ¿O qué sucede si el bebé no responde al modo de acercamiento del adulto? ¿Qué sucede en el bebé y en ese adulto? Las distorsiones en el espejo generan distorsiones en el sentimiento de sí y en la constitución del Yo.

El otro, absolutamente necesario para la constitución del Yo, puede ser intrusivo, ausente, devolver una mirada enloquecedora, ser abandónico, dificultando el advenimiento de la subjetividad del hijo, más allá de su identidad sexual. El proceso de advenimiento subjetivo es tan necesario, que el niño buscará desarrollar su propia identidad, que incluye la identidad sexuada, como un desafío básico que puede llevarle años, pero que es una necesidad constituyente del sí mismo. El niño utilizará posibilidades potenciales virtuales para lograr ser visto y reconocido, aunque sea a través de neosexualidades, término utilizado por Joyce Mc Dougall (1978/1990), quien llamó creativas a las complejidades psíquicas. 

Otro factor a tener en cuenta en las interferencias en el desarrollo del hijo es cuando los padres no tienen Recursos yoicos (Rotenberg, 2014), desarrollan un Falso Self Parental y creen que ser padres es darles órdenes, pero no pueden relacionarse emocionalmente, porque actúan desde personajes. Esta marca en la constitución subjetiva a partir de las interdependencias padres hijos, es fundamental en la construcción de la definición de la identidad de género, por la necesariedad de ser reconocido como sujeto, ser visto, ser abrazado. Nos encontramos en el campo del psicoanálisis relacional. La falta o falla de recursos yoicos parentales influirá en el modo de apego temprano y en las múltiples funciones parentales que intervienen desde el nacimiento o antes.

El deseo del otro que no reconoce la propia subjetividad, que es una modalidad de una no mirada a los niños/as, puede generar un intento de borramiento de las identificaciones parentales sexuadas, generando el género neutro. Este posicionamiento identitario, lo comprendo como la ilusión de un autoengendramiento, es decir, existir desde el repudio de las identificaciones de aquellos otros significativos, pero que fueron predominantemente tanáticos. 

Si bien se nace con un sexo biológico, la atribución fantasmática de un sexo al hijo por uno o ambos padres, marca una impronta psíquica. La relación entre hermanos también es un factor a considerar. La elección subjetiva inconsciente de la identidad de género puede ser la mejor resolución psíquica para un sujeto que desea continuar con su existencia y no fragmentarse o disolverse en la angustia.

¿Podríamos hablar de funcionamientos heterogéneos? Diferentes interdependencias emocionales y etapas libidinales que siguen vigentes y determinan diferentes estados de la mente. Está claro que influyen las series complementarias y las vivencias traumáticas, como en todo ser humano, si en ciertas personas esto conduce a sentirse con un género diferente al biológico, no debemos patologizarlas, ha sido el modo de enfrentar la vida y es esto lo que debemos reconsiderar. 

Considero la cualidad del apego (Bowlby, 1993) como otro acto psíquico parental que influye en la elección de objeto sexual y en la definición de identidad de género. La cualidad del apego temprano podía influir en la resolución del Complejo de Edipo y en las elecciones de objeto sexual y definición de identidad de género. 

Sabemos que hay diferentes cualidades de apego, apego seguro, apego ansioso, apego inseguro y la falta. 

Por mi experiencia clínica y por lo que desarrollo en este trabajo, creo que deberíamos incluir un apego enloquecedor, es un apego patógeno que quiere digitarle al hijo el modo de cómo debe ser, obturando inconscientemente, el desarrollo del sí mismo, desde un apego parental arcaico, incrustado en la mente del hijo/a que lo confunde. 

Cuerpo sexuado: Sexo y Género. La construcción de la categoría de la Diferencia.

Se ha deconstruido el sexo del género. El sexo corresponde al cuerpo sexuado de la biología, con el que se nace: nena o varón. Asumir la identidad de género no es algo dado por la naturaleza, es una construcción subjetiva que se despliega en una trama intersubjetiva compleja, con una historicidad, como vengo desarrollando. 

Cuando la identidad sexual asumida no se corresponde al sexo biológico, se habla de género. El género inaugura la posibilidad psíquica de transformar la biología; asumiendo otro género que no se corresponde con el sexo del nacimiento. Son múltiples posibilidades habilitadas por la realidad psíquica, la ciencia y la cultura actual.

Me parece interesante destacar que el pasaje del término mujer a posición femenina, metaforiza el concepto, ya no designa una esencia, sino una posición. La Ley Paterna representa un orden simbólico para la posición masculina y femenina. Si bien lo que simboliza está vigente, adherirlo al sexo biológico terminó siendo clausurante, porque representa la Función que denominé de Terceridad y Reconocimiento, pero para Lacan quedó encarnada en el hombre, tema confuso, ya que los padres quedaban atrapados creyendo que su función era tener que retar a sus hijos. Lacan da varias fórmulas, la mujer no existe, la mujer es un síntoma del hombre, es decir que serían un objeto fantasmático, causa del deseo del otro.

Freud refiere a la diferencia sexual basada en el binarismo fálico/castrado, pero que en principio parte de la creencia infantil que todos tienen pene, aunque sabe que no es así, pero sostiene esta negación y el temor a la castración lo introduce en el Complejo de Edipo. Freud (1925/1992a, p. 262) postuló consecuencias psíquicas basadas en la diferencia sexual anatómica, sosteniendo la vida sexual de la mujer era más enigmática.

Las transformaciones teóricas y sociales han sido exponenciales, hoy los cambios en la mujer y en la familia pueden llevar a cuestionar si se pone en riesgo la construcción simbólica del concepto de diferencia basado en la diferencia sexual anatómica, como lo postuló Freud.

J. Benjamin (1997/2006) sostiene que en la fase preedípica, los niños son sobreinclusivos: creen que pueden tener o ser todo. No reconocen todavía el carácter excluyente de la diferencia anatómica: quieren lo que tiene el otro sexo, no en lugar de, sino además de lo que tienen ellos.

Postulo que para que el Yo pueda construir la categoría de la diferencia sexual anatómica como organizador psíquico, debe internalizar previamente, otras construcciones psíquicas acerca de la diferencia que incluyen lo transmitido desde los adultos con Funciones Parentales.

La construcción de la categoría de la diferencia como organizador, es más compleja de lo que se había conceptualizado, esta adquisición, de acuerdo a mi experiencia clínica a partir de consultas por niños que se sienten de otro género que no corresponde a su sexo biológico es el producto del reconocimiento o de la desmentida de otras diferencias previas transgeneracionales, parentales y del mismo niño. He constatado en estos casos, que los padres desmienten aspectos importantes de la realidad, como la pérdida de un ser querido, o desmienten cualidades de los animales (por ejemplo “el león es bueno”) porque quieren evitarle al hijo posibles sufrimientos, que en realidad tienen que ver con traumas parentales. Es decir que el niño va creciendo desde una construcción psíquica donde la desmentida de los padres le hace recortar la realidad. La desmentida de la diferencia sexual anatómica es posterior a otras desmentidas en generaciones previas. Esto no implica perversión, sino un mecanismo de defensa que busca escotomizar el sufrimiento al mismo tiempo que se articula con afectos, vínculos, identificaciones, traumas. La complejidad psíquica es una evidencia.

Acerca de la Identidad Psicosexual y la Elección de Objeto.

Nacemos con un sexo biológico, en tanto que el género es una construcción identitaria cuya relación con la anatomía puede o no coincidir, abriendo múltiples presentaciones posibles relacionadas con lo que mis pacientes han compartido en confianza, acerca de sus sufrimientos infantiles y adolescentes, mantenidos en secreto, reconstruidos en la sesión. El cuerpo puede presentarse con un cierto grado de ajenidad, expresando vivencias de extrañeza. 

La resolución del Complejo de Edipo no es lineal, en cuanto a identificaciones debemos adentrarnos en zonas arcaicas de la constitución subjetiva, producto de relaciones pre edípicas e incluso adentrarnos en el Edipo de los padres.

Postulo que hay que diferenciar entre asumir una identidad sexual que se relaciona con el ser, y la elección de objeto sexual que conduce a la búsqueda del otro y del placer/goce,  son diferentes categorías. En la elección de objeto sexual y la búsqueda del placer, el objeto perdido o el objeto imaginario que no se tuvo puede generar una búsqueda donde el otro represente el falo imaginario o sea el depositario de lo escindido u ocupe diferentes posiciones fantasmáticas. Recordemos el recorrido de la pulsión, que es tanto de amor como de destrucción. 

Para concluir

La transformación de la Familia en occidente ya es una evidencia que ha puesto en cuestión ciertas certezas teóricas previas. La posibilidad de que el hijo devenga sujeto no depende de una pareja heterosexual como condición necesaria. Las Funciones Parentales pensadas en relación con el hijo/a, son actos psíquicos absolutamente entrelazados con la pulsión que van a armar el basamento de la construcción identitaria subjetiva y de género. La sexualidad es parte de la identidad, pero pensada como un auto reconocimiento del yo por el sujeto mismo en su devenir. 

Bibliografía:

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