La ilusión del porvenir: Memoria, Presente y Futuro

Mirta Goldstein, Vicepresidente de APA y directora de La Época

Parafraseando el escrito de Freud titulado: “El porvenir de la ilusión”, tenemos el honor de publicar este número dedicado a celebrar el 75 aniversario de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Si bien la ilusión puede ser entendida como mera fantasía o como esperanza sin fundamento e incluso como utopía, también la ilusión lleva consigo la marca del deseo. Ilusionarnos con el porvenir de nuestra institución es el primer paso para concretar una construcción colectiva a partir de una decisión.

Por nuestra parte, el Comité Editor, estamos convencidos que la memoria, el presente y el porvenir, son construcciones que si bien surgen de algún nombre propio, solo adquieren vigencia cuando se colectivizan. Memoria, Presente y Porvenir son indisolubles justamente porque pueden ser relatados desde diferentes puntos de vista.

La idea de porvenir, o de construir un devenir, invita a una apuesta, a una inversión sin certezas ni reaseguros; sin embargo día a día esa apuesta a la continuidad de nuestra institución y de su lugar en la cultura principalmente latinoamericana, alienta a las nuevas generaciones a formarse como analistas.

La APA fue y es un semillero de analistas que se esparcen por el país y el mundo llevando consigo la experiencia de transitar los efectos del discurso del analista.

Si el psicoanálisis que se transmite en APA, ha tenido hasta ahora una intervención destacada en el malestar individual y social, es porque ofrece variedad de verdades que se entrelazan discursivamente. Eludir las posiciones simplistas y/o cerradas e inventar acontecimientos de pensamiento, son un objetivo que se encuentra en sus fundamentos y que no puede ni banalizarse ni olvidarse.

Al decir de Todorov en Memoria del Mal, tentación del Bien, “la elección de lo importante que permite construir un sentido, depende de la propia identidad” y APA ha construido una identidad propia por lo cual exporta al mundo esa identidad tejida de pluralidad y multivocidad.

El psicoanálisis es discursividad, es teoría y es un método terapéutico basado en la palabra, con más de 100 años de compromiso en aliviar el sufrimiento psíquico. Hoy es una práctica no solo tendiente a la autonomía de lo individual, sino tendiente a favorecer la autonomía de lo colectivo. A pesar de los ataques a sus fundamentos, hoy ya no cabe duda de su aporte al campo de la salud y al contrato social.

La APA se ha modificado a lo largo de estos 75 años. Los pioneros tenían una visión que las posteriores generaciones fueron actualizando, por ello a la pregunta si hay un único psicoanálisis respondemos que hay analistas cuyo modo de escucha es diverso por lo cual el abanico de posibilidades y de transferencias es infinito.

Entendemos a APA como institución pionera, actual y contemporánea. Tres dimensiones que no solo se enlazan al tiempo cronológico sino principalmente al tiempo subjetivo y a los modos que APA ha dispuesto para apropiarse de la época que transita cada vez; la dimensión epocal aúna lo cronológico y lo subjetivo, dos tiempos que a veces se contraponen pero que la elaboración simbólica reacomoda.

Pasado y futuro son dimensiones singulares pues la flecha del tiempo en el relato histórico no es lineal. Por otra parte el presente es imposible de aprehenderse en su justa medida si es que puede haber una medida justa de las experiencias. De esto se desprende que habitamos la resignificación permanente de los hechos.

APA nació en una época tumultuosa pues en 1942, el mundo estaba en guerra con el nazismo y muchos de los pioneros venían de Europa. Ese nacimiento le ha dejado como impronta y marca definitoria su preocupación por los desafíos de la civilización que para Freud se resumían en la lucha entre Eros y Tánatos. Desde esta perspectiva pasado, presente y futuro de APA están determinados por su compromiso con la cultura y su malestar.

Cuando era niña la canción de una película quedó grabada en mi memoria y frecuentemente vuelve a mi consciencia. La letra dice así: “cuando era niño pregunté dímelo madre yo que seré? Seré muy rico, seré feliz y ella me contestó: Que será, será; será lo que deba ser, la vida te lo dirá, que será será.” La ansiedad de un niño por el futuro puede ser el correlato de la castración y en un adulto una defensa ante el presente.

Para los analistas, la pregunta con vigencia actual es ¿Qué será de la institucionalidad psicoanalítica y de la institución APA? No hay una única respuesta pero sí muchos proyectos realizándose, a lo cual estamos abocados a lograrlos, y otros por realizar convencidos que nuestro legado a las nuevas generaciones es sostener que la institucionalidad fue y sigue siendo el espacio de intercambio y de producción sin el cual no hay transmisión del método terapéutico. Aún los analistas independientes dialogan con la institucionalidad psicoanalítica y mantienen dicha independencia a través de ese diálogo.

La Asociación Psicoanalítica Argentina no sólo cumple 75 años de existencia, cumple 75 años de diálogo con el pensamiento, por ello quienes nos formamos en su seno, nos identificamos con la expectativa curiosa sobre lo que acontece dentro del movimiento psicoanalítico mundial.

Los que pertenecemos a APA también estamos insertos en los marcos de FEPAL (Federación Latinoamericana de Psicoanálisis) e IPA (Asociación Psicoanalítica Internacional), es decir, nuestras pertenencias institucionales son variadas y se contextúan en diferentes circunstancias culturales, económicas y políticas pues estas pertenencias suponen el entrecruzamiento entre lo local, la institución base, y lo global: el Movimiento Psicoanalítico que se desenvuelve y crece internacionalmente.

Freud había vislumbrado que psicoanalizar es una profesión imposible pues el anhelo transformador de la cultura y del sujeto no puede alcanzarse totalmente. De estas enseñanzas se desprende que el Psicoanálisis es acontecimiento cada vez.

En el libro: Pensando la institución del año 2001, propuse alojar la perspectiva de lo acontecimiental dentro de una concepción institucional del psicoanálisis, pero tres años después a su publicación, en el artículo: Reflexiones sobre el mal y el trauma en los lazos sociales, Revista de APA, Tomo LXI, numero 4, 2004, propuse a la institución como sujeto.
Denominé “institución pensante” -y hoy diría “deseante”-, a la que puede albergar a las producciones tanto de los maestros como de los miembros en formación, puede construir lazos con el resto de las disciplinas y epistemes y puede cuestionarse a sí misma.

Satisfactoriamente puedo decir que APA ha sostenido estas motivaciones y objetivos.
En el artículo mencionado escribí:

“La institución psicoanalítica, para preservar una ética de sujeto, necesariamente debe aplicar el análisis de lo que no anda …a su propia historia… entonces, a la posibilidad de no parasitar el Discurso Psicoanalitico desde dentro mismo de las instituciones lo denomino ´institución pensante´, o sea, en ejercicio del pensamiento crítico en el marco de las complejidades epocales.” (p. 938)

Si el desafío de cualquier institución es seguir causando la pertenencia de los analistas en el discurso psicoanalítico, vertiente del deseo, y de éstos como miembros activos de ella misma, entonces la permanencia adquiere valor social.

La intervención de los analistas en educación, justicia, medicina, hospitales y universidades resulta facilitada por el respaldo institucional, sin el cual tal intervención se perdería en la trama de las innumerables acciones.

Entiendo que se produce una implicación recíproca entre pertenencia, permanencia y pertinencia de la participación institucional que hace de la institución una herramienta de formación, de transmisión y de producción.

Al considerarla una herramienta, la incluyo dentro de la noción de trabajo: lo que permite el trabajo y lo que hace trabajar. No por nada hablamos de transferencia de trabajo cuando los analistas nos juntamos para debatir ideas, refutar conceptos, desarrollar teorías, compartir las dificultades de nuestra práctica o participar en las redes institucionales.

En lo personal tuve el privilegio de haber recorrido la intimidad de la institución participando en distintas facetas de su conducción por lo cual mi testimonio incluye los obstáculos, las creencias desmitificadas, las expectativas frustradas, pero por sobre todo, la satisfacción de haber tenido la oportunidad de intercambiar con mis colegas y amigos y de haber tenido la posibilidad de publicar mis ideas en la Revista de Psicoanálisis, en algunos de los libros publicados y en La época APA Online. Con este breve testimonio quiero reconocer el valor de APA como herramienta de formación, de producción y de transmisión.

Este número 15 de la Época, dedicado a los 75 años de APA, recoge las experiencias de participación de varios de sus miembros más destacados. Sus textos dan cuenta de su esfuerzo y de su dedicación. Lo hacen a nombre propio desde una visión coincidente y disidente. Principalmente hacen hincapié en lo que cada uno ofreció a la institución y lo que recibió de ella.

Los analistas que escriben lo hacen de manera conceptual y testimonial, destacando los efectos de haber conocido a los pioneros, maestros del psicoanálisis argentino, mostrando sus propios recorridos transferenciales en análisis y supervisiones, haciendo propuestas institucionales y continuando debates inconclusos.

Una feliz coincidencia articula dos aniversarios: este número 15 de La Época dedicado a los 75 años de APA, y los 5 años de existencia de esta publicación creada en diciembre de 2012. Este es un ejemplo más de la riqueza que la Asociación Psicoanalítica Argentina ofrece y las posibilidades que cada vez más se abren con las nuevas tecnologías para difundir y transmitir nuestra disciplina.

Los dejo con los textos de nuestros autores.