Generaciones actuales, Parentalidades actuales
Alegre Romano, APA
Hoy estamos nuevamente juntos a través de La época APA Online, publicación ya instalada en la Asociación Psicoanalítica Argentina tanto como en la comunidad, y, pensando en la cantidad de visitantes que se sostienen e incrementaron a lo largo de estos años, decidimos aceptar el desafío de reflexionar acerca de una temática que se plantea en distintos medios, y cada día más en ciertos sectores de Occidente, Generaciones y Parentalidades en relación a la actualidad.
Hablar de actualidad es referirse a formatos de parejas no tradicionales, no convencionales, abrir el abanico de lo que se presenta en estos tiempos. Actualidad para la RAE: “Circunstancia de ser de hoy una cosa o un suceso o de atraer la atención de la gente hoy”.
Refiere al presente (así reza el diccionario) lo que se produce en el tiempo de las reflexiones o comentarios y desencadena la atención de un importante número de personas, en los medios de comunicación o en las consultas hechas a profesionales, sus contrapartes se atienen al tiempo pasado y al futuro, en tanto, uno se trata de lo que ha sucedido y es conocido, el futuro a aquello de lo que no se sabe cómo ha de suceder.
Este N· 19 trata de cómo se presentan las parentalidades en toda su diversidad, e incluye obviamente las diversidades sexuales de las cuales es deudora, las sexualidades extrañas o queer, las que borrando la diferencia entre masculino y femenino se denominan tansgénero, las parentalidades consumadas vía tecnología como la fertilizaciones asistidas, las parentalidades por vientres alquilados por mencionar algunas, etc.
Parentalidades entonces, nos remite al núcleo o forma nuclear instituida, o, instituyéndose que sostiene la sociedad, núcleo ligado al deseo de dar vida, originarla como deseo de otro y como proyecto de existencia, el de sostener esa vida y acompañarla en el trabajo psíquico de inserción simbólica. Familia que como pilar social trabaja psíquicamente para la inserción simbólica de sus integrantes en la cultura, de la que es fuente – pilar, y, no menos importante objeto de sus transformaciones culturales.
Tanto Parentalidades como Generaciones, ambas dan cuenta de mutaciones. Las Parentalidades bregan por legitimarse e instituirse, desafían los modelos repetidos por generaciones, con lo que las mismas relaciones inter-generacionales se ven conmovidas en su imaginario y creencias, y sin el poder institucional cultural del que gozaban como fuente de poder, experiencia y sabiduría.
En la actualidad no hay hoy un modelo válido de familia, las diversidades sexuales la han sacudido, y -sobre todo- se han legitimado distintas morfologías, las re-constituidas, las adoptivas, las de acogida, las ampliadas, las lésbicas, las de sexo masculino, son aceptadas y pensadas como familias. Entonces la pregunta que surge es ¿qué es lo que habilita a las parentalidades actuales a autorizarse como tales?
El proceso de armado psíquico de la parentalidad trasciende el desarrollo subjetivo personal y el sexo biológico, no es hoy necesariamente co -correspondiente a uno u otro. Es corolario de la fantasía de perpetuación y trascendencia, hace pie en el reconocimiento del sentimiento de finitud. Asimismo, el deseo de hijo requiere de un sostén con prácticas específicas y necesarias para el vástago en desarrollo a lo largo de un período prolongado de tiempo, en el que el sostén y amparo adquieren cualidades diferentes, entre ellos los aspectos de presencia –ausencia, que auxilian el desenvolvimiento subjetivo, también a través de distintas subjetividades en red.
La significación y valoración de la Parentalidad como su jerarquización, el Psicoanálisis los ha investigado desde sus albores y eso lo encontramos en los Historiales Clínicos; destacamos que requiere de funciones, que el niño sienta que su existencia es necesaria para sus padres y para sus proyectos existenciales, no lo contrario, como acontecimiento fortuito que pudo ser o no, se adquiere vía, en primer lugar, de la mirada parental, experienciar que hay un foco del cual goza, esa mirada que lo ilumina, que lo reconoce como único, y lo hace sentirse único; la importancia de la identificación, que mientras lo hace sentirse como él o ellos también lo recorta; que el vástago pueda sentirse reconocido – conocido, y reconociéndose en ese intercambio, son algunos aspectos.
Sabemos que el cuidado, la protección, la seguridad y estabilidad anímicas, pueden relevarla tanto una madre como un padre o sustituto; y un aspecto destacable, la terceridad que suelen compartirla ambos cuando las funciones se complementan y alternan y la parentalidad respeta sus lugares y diferencias, puede ser también resuelta en la mono-parentalidad u otras configuraciones; la potencialidad para la parentalidad estará dada por la capacidad para el ejercicio de las funciones necesarias al momento de la crianza más que por su pertenencia a un género o tipo de sexualidad.
Estos aspectos mencionados más que sucintamente, han sido investigados en el Psicoanálisis sobre la crianza en la familia nuclear tradicional que nos acompañó en el pasado, resaltamos que siguen vigentes y necesarias a las par en talidades actuales; la identificación para el armado de la trama subjetiva es nodular y necesaria para crear la filiación; y si soportan y aportan, es decir, posibilitan tramitar ciertos aspectos imprescindibles a la subjetivación del ser en crecimiento, configuran un territorio privado e íntimo con un lazo que atañe a sus integrantes, aunque estos no siempre son todos los que gestaron, sí son los que ejercen la parentalidad y llevan adelante la producción de otros co-gestantes no siempre conocidos.
Presentamos las parentalidades actuales como emergentes de redes generacionales y de vicisitudes intergeneracionales a reflexionar, el psiquismo se configura en el vínculo con otros humanos, y la condición subjetivante requiere de lo que denominamos identificación, hace al núcleo de la filiación y se realiza en relación no solo con el objeto real, sino con una operatoria en la que intervienen discursos y representaciones simbólicas; operatoria que se da asimismo en las relaciones intergeneracionales como en las relaciones generacionales.
Nos interesa destacar la importancia de la asimetría, – asimetría fundamental con el vástago -, la parentalidad a través de sus actores, son quienes transmiten sus propias experiencias personales, sus concepciones sobre el universo y la vida en la trama histórico familiar, de manera vivencial e incluso discursiva, de manera narcisizante y asimétrica. Sin embargo, observamos que las distancias se han acortado y esto afecta a las relaciones generacionales que se han visto avasalladas por la pérdida de la asimetría, un eje fundamental a considerar y profundizar en las consultas clínicas, el de la asimetría simbólica y sexual que encontramos en retirada; y, sobre las relaciones en nuestra época, es de observación que los niños no disponen de límites ni de prohibiciones determinadas, cuestión que los induce a excesos diversos, y hace experimentar falta de organización anímica, esto en cuanto a la relación con el hijo.
El ejercicio de la parentalidad tiene implicancias y consecuencias destacables en el psiquismo, conlleva deposición del narcisismo y reconocimiento – construcción de un deseo de donar vida, creándose a sí mismos un horizonte de vida que trascienda sus propios límites vitales, y la proyección de un horizonte de vitalidad para el vástago, en el marco de una organización anímica, posibilitadora de una erótica de meta inhibida en su funcionamiento.
A propósito de esto viene a mi memoria un párrafo de Slavoj Zizek que en su libro “Como Leer a Lacan”, escribe retomando un conocido ejemplo de Freud sobre la negación: ”Quien quiera que sea esa mujer con la que soñé, sé que no es mi madre,” negativa que hace pensar que sí lo es, Zizek pretende dar cuenta de los fenómenos actuales y de los pacientes actuales retomando el sueño tal como sería hoy reflexionado : “Quien quiera que sea la mujer con la que soñé, estoy seguro de que tiene algo que ver con mi madre.”
Deseamos enfatizar la importancia de las subjetivaciones individuales y la necesariedad de dejar de lado todo tipo de generalizaciones o universales, cuestión que rige para todo sujeto. Los movimientos del deseo inconsciente trascienden lo vivido y lo esperable como continuidad identitaria, crean rupturas y desafíos. Las parentalidades se deslizan entre el quehacer simbólico y el goce, es su inter- juego combinatorio, su movilidad y no su fijación la que la hará posibilitadora o perturbadora para el desarrollo del niño; el avance del goce en desmedro de la terceridad como representante de lo simbólico, creará dificultades para el desarrollo del hijo como ser autónomo, y condiciones de apropiación entre otras posibles en cualquier núcleo familiar. Hoy la culpabilidad no es por vencer prohibiciones sino por no poder gozar.
En las distintas parentalidades, el goce se hace presente también a través de la sexualidad en sus diferentes presentaciones; para el Psicoanálisis la orientación sexual no está regida solo por las prácticas manifiestas, son los deseos, fantasmas, sueños presentes desde la tierna infancia los determinantes, que conjugados con el Superyó Parental buscan manifestarse tanto en la relación intra- como extra-familiar. De la parentalidad otrora regida por la biología a la orientada por el deseo de hijo; la paternidad biológica no necesariamente conlleva el deseo de hijo, ¿la apertura y aceptación de la diversidad sexual en las relaciones parentales trae de por sí un deseo de hijo? y, ¿el hecho de tener hijos es siempre expresión del deseo de hijo?