Psicoanálisis y cultura
Alegre Romano (APA)
La época Online está nuevamente en la red y esta vez coronando una trilogía que acompañó el trabajo de todo el año 2019. El primero correspondiente al número 20 de la serie, Freud. Su descubrimiento, el segundo el número 21: La terapia analítica y con este número 22, Psicoanálisis y cultura concluimos la conmemoración por los ochenta años de la muerte de Sigmund Freud.
Cuando Freud escribió su Presentación autobiográfica, más precisamente el Epílogo (1925), destacó que hacía ya tiempo se había producido en él un “cambio significativo” en sus escritos y lo contaba así: “ Tras el rodeo que a lo largo de mi vida di a través de las ciencias naturales, la medicina y la psicoterapia, mi interés regresó a aquellos problemas culturales que una vez cautivaron al joven apenas nacido a la actividad del pensamiento” . También sabemos que estos temas habían sido abordados unos años antes, en Tótem y tabú (1912-13).
En el Porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930) –obras que al neófito podrán parecerle sociológicas–, el autor sostiene su conceptualización y su mirada psicoanalíticas sobre el hombre; James Strachey escribió: “ constituían su preocupación sustancial por el resto de su vida, reflexionando sobre el menosprecio que el hombre tiene de los verdaderos valores de la vida y sus consecuencias, aún vigentes” . El sentido de la reflexión freudiana es claro ya que refuta la concepción tradicional de una meta de felicidad basada en los bienes materiales y su disfrute así la pretensión de una vida de armonía dada por la liquidación de los conflictos.
Freud se interrogó por los influjos a que debe su origen el desarrollo cultural, la modalidad de su génesis así como también indagar qué es lo que rigió su curso; el elemento cultural en la historia humana está dado por el primer intento de regular los vínculos sociales –escribió– y sobre cómo poner coto a las posibilidades de satisfacción y de libertad individual.
Retomó una antigua frase de Plauto que Hobbes popularizó: “El hombre es el lobo para el hombre” para señalar que para el hombre resulta incluso una tentación satisfacer en él la agresión y la destrucción, el sadismo y la necesidad de poder –entre otros aspectos anímicos– así como el auto-aniquilamiento, junto a la pulsión de agresión y la pulsión de muerte que, aunque admita cada vez más su existencia, reconoce también la dificultad para dominarlos, ya que son propulsores de su infelicidad, proveyendo la urdimbre para su talante angustioso.
Freud desarrolló una teoría cuya clínica es condición de posibilidad de transformación subjetiva y liberación psíquica por alumbrar los deseos inconscientes y promover la singularidad; describió las ilusiones y quitapenas a los que acude el hombre para evitar su sufrimiento. El malestar es consustancial al ser humano en la cultura –cultura que le permite ser– si no existiera el malestar adoleceríamos de ella; espacio simbólico que hace lugar tanto a la producción de nuevos objetos, sustitutos del objeto imposible como instituye las condiciones de aplazamiento de la muerte.
Laépocaonline incluye un video sobre Cultura y psicoanálisis con la participación de Liliana Pedrón en diálogo con Alegre Romano.
Hugo Bianchi en Y de Psicoanálisis y cultura, parto difícil, señala que las ideas, lenguajes y producciones estéticas fueron introducidas por el psicoanálisis en la cultura. A partir de un episodio como el que ocurrió entre Ana O. con Breuer, el abrazo y amor confesado de la paciente, relatado a Freud por su colega, interpreta esto como un hito determinante para el desarrollo del psicoanálisis, lo elabora como aporte a la cultura. El reflexiona acerca de si es posible separar ciertos fenómenos, preguntándose acerca de la ola de crueldad contemporánea y el descubrimiento freudiano. ¿Qué consecuencias sobre el pensamiento pueden tener el odio y la crueldad? ¿La cultura precisa de la muerte –las guerras– o las incluye como un fenómeno más de la cultura? ¿Cómo puede el amor transformarse en odio de forma tan notoria? Señala que la obra freudiana recorre un tiempo que va de la historia de amor antes descripta y termina con la segunda guerra mundial. Temas caros al pensamiento analítico, fueron trabajados desde Freud en más –Lacan mediante–. Resalta y recupera el trabajo del psicoanalista que funciona ligado al amor como creación cultural y soporte ante los embates culturales de la violencia y la crueldad.
Isabel Dujovne en Venganza y sujeción al Otro articula los clásicos y la historia reciente –se sirve de los aportes de poetas y escritores– con nuestra memoria y los muertos sin sepultura. Pone de relieve al Otro, ajeno y necesario para la construcción de la castración simbólica y para dar lugar al nacimiento del deseo. En su particular lectura de Hamlet, Dujovne destaca que el personaje queda atrapado en la duda neurótica y va en busca de la verdad y la justicia –mandato paterno mediante–, y lo articula con una idea que le surge del texto en la relación con los hijos y nietos de desaparecidos de Argentina, quienes –sorprendentemente– no han buscado llevar a cabo la venganza por mano propia.
Reflexiona entonces sobre la angustia y cómo se la sobrelleva para encontrar una forma liberadora con una estética acorde. El papel de otra función de la duda le sirve para establecer la diferencia con la anteriormente citada, tramitada como patológica de manera unívoca, para poder asignarle un papel y espacio psíquico diferente. La escucha analítica apunta a la caída de las certezas y la cristalización del saber; pone en cuestión la fijeza del uso de la duda sólo como neurótica, y reflexiona acerca de la duda que lleva a la afirmación a la manera de Soy Hamlet el danés, duda como operación cartesiana y como efecto de un acto que arroja un cambio subjetivo.
Gabriel Finquelievich en Construcción y destrucción de subjetividades colectivas propone relacionar ciertos aspectos de la teoría freudiana como la caída de la omnipotencia infantil con distintos momentos culturales. Cómo el sujeto se defiende de la angustia y cómo esta emerge en determinados momentos sociales, entre ellos, la emergencia del fanatismo, los discursos idealizados que hacen pie en las instituciones y ponen en riesgo el objeto de estudio que las fundamenta. Relaciona la angustia social ligada a ataques de pánico y a otras patologías que emergen en situaciones de destructividad colectiva y momentos de ofrecimientos mesiánicos. El psicoanálisis tiene un campo promisorio en los fenómenos sociales para servir como instrumento de rescate y elaboración a fenómenos como la intolerancia, la irracionalidad y los fanatismos en las comunidades. Retoma la idea del Kinship para recrear la pertenencia y vivencia de sentirse unido con, vivencia que desarticulada por los estados de dominación puede generar procesos de desubjetivación e identicidios colectivos; el Kinship– se pregunta- ¿Puede ser pensado como sostenedor del sujeto humano a la manera de la identificación primaria?
Mirta Goldstein en Los avisadores del fuego y los testimoniantes reflexiona sobre el malestar de la cultura, de momentos culturales como el genocidio en los que la perplejidad, la oscuridad y zozobra nos acosan, tiempos en que mentira y engaño ganan territorio y se instrumentan a la manera de políticas públicas. Los avisadores refiere a aquellos que hacen audible su voz, e iluminan alguna salida sosteniéndola, condición para dar señales sobre el porvenir en calidad de testigos – intérpretes, sobre los aspectos destructivos y la crueldad tanto individual como social. Los avisadores del fuego reflexionan sobre lo inhumano, nuestra “ zona gris”, expresión que forma parte de nuestro acervo, el ocultamiento derrotado.
Diferencia confesión de testimonio que este adviene cuando la época lo puede recibir o digerir como tal, y abandonar el lugar de la confesión para dar cabida al registro histórico.
Marta Lago en su texto Poliamor. Nuevas expresiones vinculares del amor en parejas ampliadas, hace un recorrido por la cultura en relación a las formas amorosas y sexuales instituidas y muestra una experiencia semejante aunque en forma aislada y clandestina en el fenómeno del poliamor.
El poliamor supone modalidades inéditas de relaciones amorosas entre los involucrados. Se trata de amor y sexualidad con respeto a la autonomía y libertad: implica pacto y exigencias. Menciona la monogamia como forma pública de poder que se cierne en lo privado, mientras el poliamor es otra forma de poder que resiste a obedecer la modalidad instituida. La autora piensa que los pactos (esto es, dos o más personas sujetas a una ley) que rigen esas relaciones vinculares pueden ser equivalentes a los pactos monógamos pero con ropajes nuevos. El poliamor se caracteriza por someterse a la transparencia y renunciar a las ambigüedades, promoviendo un desnudamiento sin límites, ajeno al placer. Quizás, la propuesta de vivir el aquí y hora, no implica necesariamente una ganancia de libertad.
Alice Becker Lewcowicz menciona en su texto Sobre abismos culturales la importancia y necesidad de reflexionar acerca de psicoanálisis y la cultura desde el vértice social en el que el psicoanálisis está inmerso y referido a los psicoanalistas de América Latina. Tierra de impuros habitada por negros, indios y blancos, se interroga sobre si los psicoanalistas podemos incorporar nuestra singular y genuina configuración. Interpela a las instituciones de la región sobre las teorías y las prácticas específicas en relación a la cultura en que se está inmerso y a la importancia de trabajar con formas compatibles con cada realidad social, dado que el psicoanálisis trabaja con el sentido de las situaciones vividas. Se pregunta hasta dónde los psicoanalistas se involucran y cuánto de los territorios no conocidos abordan -con la escucha específica que poseen- las distintas lógicas de las relaciones entre los sujetos de los diferentes hábitats.
Alicia Losovitz en Maternidad subrogada: ¿Solución o desmesura? escribe acerca de la gestación sustitutiva y cuenta cómo gracias a ciertas combinaciones –conocida habitualmente como hijos por encargo– esta práctica adquiere notoriedad en la actualidad y gran difusión en distintos países. Su implementación requiere de una legislación que se articule con otros aspectos legales. En Argentina como en otros países estas prácticas se realizan aunque no están prohibidas ni legisladas. La autora diferencia la idea de donar de la de subrogar. Nos trae un conocido ejemplo bíblico muy versátil, esta vez tomado en relación a la subrogación de vientre; con una riqueza de ejemplos y de legislación de diversos países, muestra como la biotecnología aporta nuevas soluciones a viejos problemas posibilitando el despliegue de fantasías diversas en escenarios múltiples: es un tipo de contrato que implica una brecha epistemológica en las que redes simbólicas vinculadas a emociones profundas, a veces aparecen enmascaradas como aspectos cuasi mercantiles. Destaca que cada procreación debería interesar a toda la sociedad, pues cada nuevo integrante social será transmisor de cultura y valores con impacto en generaciones venideras.
Liliana Pedrón en Psicoanálisis y cultura sostiene que desde sus comienzos el psicoanálisis permitió una manera diferente de ver y de interpretar al ser humano, junto a un accionar transformador. La autora hace un recorrido en el que plantea el vínculo entre psicoanálisis y cultura, vínculo que puede ir desde lo contradictorio y conflictivo hasta lo sorprendente y fructífero. Da cuenta de la interrelación entre el psicoanálisis y manifestaciones culturales –en vaivén mutuo– y propone distintas modalidades de abordaje del vínculo entre psicoanálisis y cultura. En este texto lo hace a través de frases y escenas cinematográficas que muestran su manera de reflexionar. Al tratarse de un vínculo interdisciplinario lo plantea como un ir más allá de cada disciplina y resalta la importancia de recolectar los emergentes de ésta interrelación.
Alegre Romano con su texto Un grito a voces. Masculinidad y cultura se pregunta porqué hay una diferencia significativa en nuestra cultura entre masculinidad y feminidad. Hace un recorrido por aspectos ligados al complejo de Edipo en el varón, y retoma la idea de Freud de que la entrada en el orden simbólico del niño es diferente del de la niña. En el varón se hace no sólo mediante represión sino preponderantemente a través de la modalidad de la escisión. Este fenómeno psíquico marca la gran diferencia, instala al hombre entre la normalidad y la patología en cuanto a las formas de abordar la vida amorosa y la sexualidad. El lenguaje aporta una vía de acceso y de resolución transitoria a estas formas escindidas.