
¡Vayan para adentro!
Néstor Marcelo Toyos, APA. Cuando llegaba la hora de dejar los juegos de la calle, la voz de mi abuela repetía siempre esta consigna que quería ser imperativa, pero que el correr del tiempo y el ensayo-error de nuestra desobediencia había devaluado considerablemente. Mi hermano y yo sabíamos que ella era portavoz de mi madre que generalmente llegaba más temprano de su trabajo.