Comentario editorial
El Comité Editor de esta publicación: La Época APA Online se hace eco de la necesidad de reflexionar sobre las homosexualidades de nuestro tiempo con las herramientas propias del psicoanálisis: el complejo de Edipo en sus vertientes positiva y negativa para ambos sexos, las identificaciones masculinas y femeninas y sus respectivas fantasmáticas, las funciones simbólicas parentales, los ideales, los modelos.
Maestros, juristas, rabinos, padres, o sea, la sociedad en su conjunto se interesa por los desenlaces sexuales cuya causa y motivación son inconscientes.
El inconsciente es sexuado; el sujeto se conforma del lado fálico y del lado femenino en todos los géneros. Por ello hay coloraturas, mixturas sexuales.
Dado que el psicoanálisis no es solo una psicoterapia, sino además un método de investigación, nuestro objetivo es promover el deslizamiento desde la homosexualidad, entendida en su sentido particular, a las homosexualidades que se manifiestan en nuestra época. Este deslizamiento va del caso por caso a la generalidad y viceversa, de la generalidad al caso por caso y sostiene tanto la comprensión de las homosexualidades como de las heterosexualidades en tanto frutos de la singular aleación entre lo femenino y lo masculino.
La homosexualidad fue considerada de manera diferente en cada cultura, a veces como un hábito incluido en la forma de vida, otras veces denostada principalmente por las religiones monoteístas.
En el antiguo Egipto era bien vista en su modalidad activa como forma de poder, mientras era desdeñada en su modalidad pasiva.
En la cultura griega, el lesbianismo no era bien visto, en cambio la aristocracia tomaba a su cargo efebos de entre 15 y 18 años; varones que eran instruidos para el campo de batalla y la guerra, chicos jóvenes que mantenían relaciones pautadas con hombres mayores. La pederastia no incluía el amor, más bien era una etapa indispensable para el conocimiento de sí de los jóvenes.
En Creta había un rito iniciático que consistía en un rapto, -con consentimiento de los padres-; el joven era secuestrado por un hombre mayor por dos meses y juntos iban de caza como forma de conocerse mejor. Luego, al volver, el joven recibía regalos y se sacrificaba un buey ante Zeus.
Ser raptado era un honor; el escogido adquiría luego una posición que duraba toda su vida. Eran relaciones desiguales conocidas en la literatura como Erástes y Erómenos; el primero era el que elegía mientras que el segundo el elegido. Del joven no se requería que desee, sino que otorgue su afecto y agradecimiento lo cual tenía un significado estructurante, una forma de función paterna.
Hoy la conformación familiar ha cambiado de manera significativa. El matrimonio igualitario ha dado a luz la homoparentalidad y la integración de los niños de estas familias a la escuela, el club, etc. Las familias igualitarias se están insertando en la sociedad y la sociedad las incluye paulatinamente.
No sabemos muy bien si esta nueva situación modifica la homofobia o si ésta queda agazapada hasta que aflora en momentos de tensión social. A pesar de lo cual apostamos a que un mejor conocimiento de las particularidades de las homosexualidades en mujeres y varones, las que guardan también diferencias importantes entre sí, permitan una mejor integración social.
Los autores de este número ponen de relieve los aspectos culturales y aquellos propios del sujeto del deseo inconsciente.