Alicia Killner, APA. Para comenzar, un chiste, cada quien tendrá el suyo que le parezca más o menos revelador. Una familia judía y atea (un poco como debía ser la de Freud, autodefinido “infidel jew») de clase media alta neoyorquina decide enviar a su hijo a estudiar al Trinity College que, como muchos institutos en toda América, solía ser confesional pero ya no lo es. El joven comienza su educación universitaria y un día, algo socarrón, regresa a la casa a preguntar al padre si sabe lo que quiere, en realidad, decir Trinidad, y a continuación explica: es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El padre con furia contenida toma al joven por los hombros y le contesta: “mira, voy a decirte algo que espero que no te olvides nunca, Dios hay uno solo, y es en ése que no creemos”.
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